

-Profundidad emocional es lo que le falta a alguien dominado por su ego, le falta la capacidad de conectar desde lo humano a nivel profundo, quiero decir; desde lo genuino y lo inmanente. - El profesor se dio vuelta hacia sus estudiantes y pasó la mirada despacio sobre varios de ellos, observó detenidamente sus miradas, algunas lucían encendidas y otras solamente concentradas, casi preocupadas. El auditorio magistral tenía 7 hileras de sillas rojas, las paredes estaban cubiertas de una madera distribuida en paneles ranurados que daban un toque elegante y serio al recinto, la luz era tenue hacia los estudiantes y aumentaba su intensidad hasta envolver al profesor, cuyo cabello lucía blanco y sus lentes reflejaban la luz ocultando su mirada. Continuó - Lo que hace falta, tal vez ahora más que nunca, es la capacidad de establecer lazos profundos, pero ¿de qué se compone un lazo profundo? ¿Cómo se construye?.
Una mano se elevó en la penumbra. Arnold, siempre impecable y seguro, respondió: —Hay que abrirse, profesor. Compartir algo que no se comparte con los demás.
—¿Y por qué eso haría especial un vínculo humano? —inquirió el profesor, metiendo las manos en los bolsillos.
—Porque genera complicidad. Y la complicidad crea lazos duraderos. Lo leí en Altman y Taylor.
—Exacto. Compartir la vida secreta… Es un arma de doble filo. Puede forjar confianza, pero también puede destruirla. Imaginen a un espía que finge abrirse con ustedes para extraer sus secretos. ¿Qué pasaría si ese “nuevo mejor amigo” compartiera sus cenas, sus salas, sus dormitorios? —hizo una pausa—. La persona más peligrosa puede estar sentada a su lado. La formación de un vínculo profundo es clave para forjar relaciones duraderas, pero también es un arma peligrosa, alguien puede decirme por qué? - El profesor levantó la mirada y sonrió como esperando una intervención estimulante.
-yo! - una estudiante de cabello rojo y ojos grandes y brillantes, levantaba la mano en las últimas filas, el profesor asintió para dar permiso a sus palabras, la pelirroja continuó con voz tenue, que daba la sensación de compartir un secreto. - Si una persona finge…o fingiera compartir su vida secreta podría lograr que otra persona comparta la suya, habría una ilusión de complicidad y podría, no sé, acceder a cosas, secretos, intimidades.
El profesor que estaba de brazos cruzados, los abrió completamente como si estuviera a punto de predicar alguna verdad religiosa. La pelirroja suspiró aliviada y se recostó en su silla.
-Bravo! Por eso es una técnica muy utilizada en análisis de inteligencia y espionaje. Alguien podría llegar a sus vidas y hacerles sentir que comparte con ustedes, los secretos más profundos, íntimos y vergonzosos que tiene. Se sentirán obligados de manera inconsciente a compartir los suyos, no será fácil evitar divulgar frente a esta persona, sus vidas secretas y entonces sentirán que es un lazo profundo, genuino y que pueden confiar completamente en este nuevo, gran amigo, que les obsequia la vida - El profesor se miró la punta de los zapatos, antes sentenciar: Su peor enemigo puede estar tan bien disfrazado que comparta sus dormitorios o sus salas de estar…o podría cenar junto a ustedes los miércoles y venderse como un amigo leal o podría estar sentado junto a ustedes. Si además están en situación de poder, pueden poner en peligro las organizaciones para las que trabajen o a sus familias o a un gobierno.-El profesor respiró profundamente e hizo una pausa antes de concluir- Terminó la clase, para la próxima semana, un ensayo del trabajo de Altman y Taylor con un ejemplo concreto de sus vidas o las de alguien cercano, que ilustre la aplicación o el impacto de la ausencia de este conocimiento.
La puerta del aula decía: Psicología social 02.
. .
Alana había conseguido un puesto importante en el gobierno de su país, a sus 35 años. No era una mujer especialmente rica en talentos académicos, no se le daba memorizar textos ni citar autores como a los maestros, las matemáticas le resultaban aburridas y a veces incomprensibles. Pero tenía, desde la escuela, una gran habilidad para coordinar y estimular a otras personas, lo que la había puesto una y otra vez en roles de liderazgo. Tenía una hija de 7 años y sabía que haría cualquier cosa para garantizar su bienestar. Su hija era su ancla al mundo. Era esbelta, tez blanca, cabello oscuro y ojos cafés de un tono que recordaba al vino tinto. Se preocupaba por verse perfecta siempre, combinaba la elegancia de la moda francesa con un aspecto ejecutivo impecable, manejaba con destreza el delicado balance entre la belleza y la elegancia, en un mundo lleno de jerarquías y dominado por hombres.
El resto del tiempo, cuando no era madre ni funcionaria del gobierno, tenía que escapar de una sensación de vacío opresiva que la acosaba, se aislaba y disfrutaba de la música de Pink Floyd y Led Zeppelin, así como de algunas drogas psicodélicas que le ayudaban a elevarse. Su vida iba perfecta y sin embargo, dormía mal en las noches, tenía sueños extraños en los que veía toda clase de cosas que no sabía cómo interpretar, ni le interesaba. Para colmo de males tenía a un empleado que la desafiaba diariamente, brillante pero imposible de manejar, Erick, uno de esos revoltosos sin causa, que de alguna manera se había trepado a lo más alto de su profesión y de la organización.
La oficina de Alana tenía un gusto único. Las paredes eran blancas, con 5 retratos en un estilo pop art abstracto que mezclaba colores fucsia y verde fluorescente, dibujaban las caras de Salvador Dalí, Sigmund Freud, Jim Morrison, John Lennon y Freddie Mercury. A ambos lados había estanterías de vidrio con elementos culturales traídos de varios rincones del mundo: pequeñas esculturas de obsidiana egipcia, piezas arquitectónicas antiguas, fósiles, jarrones griegos y cuernos vikingos. El mensaje era claro: “He viajado por el mundo y no me impresionas fácil, admiro el arte surrealista y a los que dieron su vida por el arte, soy una mujer apasionada”. En el centro una alfombra con un mandala budista y a los lados dos sillones de terciopelo blanco que hacían juego con las paredes. Bajo la pared de los cuadros pop art se encontraba un diván verde estilo francés Luis XV que acentuaba el gusto de Alana por la psicología. Al lado opuesto había un escritorio unipersonal, sobre el que reposaban una computadora y libros que llevaban un buen tiempo sin ser leídos pero sin una mota de polvo que contaminara su aspecto. Cómo toda oficina ecléctica, quiere decir tantas cosas que no termina diciendo nada. Erick entró sin llamar, con su humor ácido y esa seguridad que parecía no temer a nada.

-Tenemos que tener esto para el martes, me están pidiendo resultados y ya no puedo esperar - Alana miraba a Erick decidida pero de alguna forma, también intimidada.
-Tenemos que morirnos también…ok ok, es broma, no te enojes. Mira voy a tener lo que quieres para el martes- Erick sonreía como fuera de contexto, a Alana le dio la impresión de que no dimensionaba lo que implicaba fallar en la tarea.
-Pero espero que sea verdad porque no quiero pensarte más de lo necesario.-Alana lucía seria y corporativa mientras decía semejante frase.
-y no deseo que lo hagas, pero es sano buscar un balance entre nuestra necesidad de aprobación y la calidad de lo que hacemos aquí, si esto toma tiempo es porque es valioso. Te prometo que va a salir bien, ok? - Erick inclinó la cabeza y mantuvo su mirada en los ojos de Alana para no dejarle opciones.
-Si está bien, pero no olvides que yo valoro la puntualidad por encima de todo- Alana dijo esas palabras con una dulzura y una suavidad extrañamente ajenas a la discusión.
-yo creo que lo importante es mantener un balance con la calidad y la claridad, el afán es enemigo de la perfección- Erick sonaba, como siempre, despreocupado y casual, pero se aseguró de aumentar la intensidad de su mirada sobre Alana.
Hubo una pausa incómoda en la que ninguno habló. Solo se sostuvieron la mirada hasta que Alana miró hacia la ventana.
Conscientes de la importancia de ser políticamente correctos, se dieron un abrazo rodeado de sonrisas mal fingidas. Erick pudo apreciar en el abrazo un perfume conocido, el Rouge Royal de Marina de Bourbon, recordó esa mezcla embriagadora de notas frutales y amaderadas y lo que significaba para él, un par de imágenes atravesaron su mente, el perfume tenía su historia, entonces prolongó intencionalmente el abrazo y pudo sentir un suspiro involuntario de Alana, él se alejó de inmediato y se marchó sin decir nada.
..
-¿Qué te dijo tu empleado favorito? - Arnold a sus 38 años, tenía menos cabello que en sus años de estudiante sabelotodo, llevaba un blazer café con parches de profesor, lucía tan despreocupado como Erick pero más dispuesto y atento a Alana, que levantó las cejas y suspiró antes de responder.
-Que la calidad es más importante que la puntualidad y que no debo preocuparme - dijo distraída, miraba por la ventana a los edificios de la ciudad, se llevó la mano a un bolsillo de una chaqueta de tweed estilo francés y sacó un cigarrillo, se dispuso a encenderlo.
-Bueno esperemos que no nos quede mal. yo creo que el muchacho sabe lo que hace.Tenle paciencia, a lo mejor y te sorprende. - Arnold rió de manera exagerada y social.
-No me importa que sepa, me importa que entregue. -Alana dejaba escapar lentamente el humo mientras hablaba, sin inmutarse.
-¿Recuerdas que te conté sobre la hija que no pude reconocer y que apareció hace poco? Se comporta igual que Erick, pero creo que por lo mismo no me preocupa, son maneras de ser y con la madurez vienen los cambios, relájate.
El sol descendía lentamente al fondo arrojando tonos naranja y rojos, sonaba el sólo de génesis de Soda Stereo y Alana se tomó un par de minutos en responder.
-Al final eres la única persona que realmente me entiende, me encanta tener aquí a alguien con quien no tengo que vivir de secretos y las cosas pueden ser súper transparentes.- Arrojó el cigarrillo a medio acabar a una caneca metálica y caminó hasta el lado de Arnold.
Se quedaron contemplando el atardecer por la ventana de la oficina, si acaso sintiendo y compartiendo alguna nostalgia…
Erick no sabía qué hacer, estaba bloqueado. La presión de la fecha límite lo agobiaba y la actitud de Alana lo irritaba. Sabía que su trabajo era bueno, excelente incluso, pero la constante demanda de inmediatez le restaba valor al proceso creativo, el más importante desde su perspectiva. Se sentía subestimado, como si su aporte fuera un simple engranaje en una máquina que no comprendía.
Se levantó de su escritorio y caminó hacia la ventana de su propia oficina. Vivía en un pequeño apartamento en el centro de la ciudad, con vistas a una zona llena de edificios de grandes empresas y del gobierno, a su izquierda una zona glamurosa y llena de vida, a su derecha una zona peligrosa y llena de muerte. La ciudad se extendía ante él, un mar de luces y edificios, se preguntó cuántas de esas personas estaban atrapadas en dilemas similares, luchando por la calidad en un mundo obsesionado con la velocidad. Entendió por noble su propósito. Dio vueltas un rato sin éxito hasta que perdió la paciencia, sacó su teléfono y marcó un número.
-¿Qué hay, viejo? ¿Estás libre para una cerveza? Necesito desahogarme. - Era su amigo Marcos, un analista con una mente tan caótica como la suya, pero con una habilidad innata para encontrar la lógica en el desorden.
-Claro, siempre hay tiempo para una cerveza, y para distraernos, más cuando se trata de tu crisis existencial. ¿Alana otra vez? - Marcos se rió al otro lado de la línea.
-Sí, ella y sus plazos imposibles. Siento que no valora el esfuerzo, solo el resultado final. - Erick suspiró y le dió una pequeña patada a la pared.
Se dispusieron a repetir la aventura de un tal Dante, navegar juntos los 9 círculos. Se encontraron en un viejo bar de madera que olía a libros y a whiskey barato.
-Así es la vida. Yo diría que es el común denominador hoy en día, algunos solo ven el final del camino, otros disfrutamos el viaje. Pero no te desanimes, siempre encuentras la manera de brillar, ya ha sucedido antes y al final todo está bien. - Marcos tenía una capacidad brutal de infundir confianza sin ser condescendiente. – El sistema no es el infierno, Marcos. Es una máquina con un fallo de diseño. Y lo explotan con el miedo y la necesidad de aprobación. Marcos rió.
—Entonces dales lo justo para que crean que ganan, y haz lo tuyo por debajo.
No necesitaban un viaje simbólico; lo que Erick necesitaba era una autopsia. Agarró una servilleta, empezó a dibujar diagramas. “Una maldita máquina con un fallo de diseño. El problema no es el diablo ni sus seguidores, es un virus que explota una vulnerabilidad conocida: el miedo y la necesidad de aprobación de la gente, la promesa de crecer y ascender hacer que todos se lleven al límite para no sé qué hijueputas, porque al final es lo mismo, ganan más y se sienten superiores, pero es la misma puta mierda al final”. Durante horas, desarmaron el mecanismo, pieza por pieza. No hablaban de pecados, sino de patologías mentales y sociales. La catarsis se bebió lentamente mientras transitaban por lugares peligrosos y se adueñaron de la noche. “Para destruir una máquina”, concluyó Marcos, llenando dos vasos con ginebra, “primero debes saber exactamente cómo funciona. Y tú, amigo, entiendes cómo le funciona a esta gente la cabeza, dales contentillo, entregar ese mínimo resultado que los haga felices”. La primera luz del día no fue una promesa de salvación, sino el frío resplandor de la realidad, que siempre vuelve, lo quieras o no.

La conversación con Marcos le dio un respiro. Luego de dormir profundamente, volvió a su escritorio con ideas nuevas. Tal vez Alana no era el problema, sino el sistema. O tal vez, simplemente, eran dos personas con prioridades diferentes, obligadas a colaborar. Empezó a teclear, la velocidad aumentando a medida que las ideas fluían. No sería perfecto, pero sería lo mejor que pudiera lograr en el tiempo que tenía y eso, para él, era suficiente.
Lunes
Alana estaba leyendo de manera distraída algunos correos electrónicos, respondía primero los más urgentes, luego los de menor prioridad, un ritual habitual de lunes en la mañana. Camila, una mujer pelirroja de cabello corto, se acercó con unas carpetas llenas de archivos sobre el personal de la empresa.
-Este empleado de tu dependencia, Erick, es problemático? - Camila hojeaba las hojas de vida mientras esperaba la respuesta de Alana, golpeando rápidamente con su tacón el suelo.
-No en particular, hasta ahora ha hecho bien las cosas, ¿por qué? - Alana se llevó el dedo índice de manera instintiva a la boca y lo mordió de lado.
-Ha tenido problemas en otros lugares, parece que se le acusó injustificadamente de haber expuesto a propósito una gran cantidad de datos para un conglomerado internacional, pero fue declarado inocente luego de una investigación.
-Es inocente entonces. Estoy respondiendo algunos correos, ¿te importa si continúo? - Alana sonaba molesta pero no sabía exactamente por qué, solo quería a la pelirroja fuera de su vista.
El martes por la mañana, la tensión en la oficina era palpable. Erick, con ojeras que delataban una noche en vela, dejó una carpeta sobre el escritorio de Alana sin decir una palabra. Dentro no estaba el informe que ella esperaba, sino un análisis crudo y denso, lleno de gráficos y proyecciones que ella no entendía a primera ni a segunda ni a tercera vista. Justo en ese momento, entró Arnold, sonriente y con dos cafés en la mano. —El café de la victoria —dijo, ofreciéndole uno a Alana—. Sabía que nuestro chico maravilla lo lograría. ¿Qué tal los resultados?.
Alana abrió la carpeta, su irritación fue creciendo al ver la complejidad del documento. —No es lo que pedí, Arnold. Es… otra cosa. Un análisis sobre la metodología, no entiendo nada. -Sintió un frío en el abdomen seguido de un calor de enojo en el cuello y las orejas.
Arnold echó un vistazo por encima del hombro de Alana, su sonrisa se desvaneció y fue reemplazada por una máscara de preocupación. —Ah, ya veo. El clásico Erick. Se pierde en la teoría y no puede ejecutar. Alana, no tenemos tiempo para esto. Te propongo algo: un nuevo modelo de análisis que he estado desarrollando. Es más ágil, un algoritmo elegante que procesa las tendencias clave y nos da los resultados que la cúpula quiere ver, rápido y limpio. Es un atajo brillante. Le entregó una presentación impecable, con un diseño minimalista y frases contundentes. Prometía eficiencia, claridad y, sobre todo, velocidad. Para Alana, presionada y confundida por el caótico informe de Erick, la propuesta de Arnold parecía un salvavidas.
—Esto es lo que necesito —dijo Alana, sintiendo un alivio inmediato—. Algo claro y directo.
—Somos un equipo, Alana. Yo me encargo de la estrategia, tú de la ejecución. Juntos somos imparables —dijo Arnold, dándole una palmada suave en el hombro. La complicidad que sentía con él era su único ancla en la tormenta. Más tarde, Alana llamó a Erick a su oficina. Estaba decidida a imponer el modelo de Arnold. Su oficina olía a ozono por una desinfección exhaustiva, simbólica, además sonaba el rock psicodélico de Tangerine Stoned —¡A Erick!, hola, te cuento que vamos a usar esta nueva metodología. Quiero que adaptes tus datos a este sistema para mañana, hoy llegas tarde y ya se termina el día.
Erick miró la presentación de Arnold con ojos cada vez más abiertos, una expresión de incredulidad cruzó su rostro. —Alana, esto no es un atajo. Es una trampa. Este algoritmo tiene un sesgo, ¿qué carajos? Esto está diseñado para ignorar anomalías y datos periféricos. Si lo usamos, las conclusiones van a ser peligrosamente engañosas!.
—Arnold lo diseñó. Es el mejor estratega que tenemos —replicó Alana, a la defensiva y mirando hacia los lados mientras hablaba, Erick notó un rubor leve en sus mejillas. - Cierra con seguro, no quiero que nadie te escuche gritando y menos sobre el trabajo de Arnold .
—¡Es un estratega, no un analista! —la voz de Erick se elevó por primera vez, hizo una pausa para cerrar y continuó—. Escúchame, hay una diferencia entre vender una idea y buscar la verdad. Esto es maquillaje. Peor aún, es una mentira que, si se convierte en política de estado, podría afectar a miles de personas. ¡A sus trabajos, a su seguridad!
—¡Basta! —exclamó Alana, mientras sentía cómo la información que Camila le había dado sobre Erick encajaba perfectamente—. Tu historial de “exponer datos” de repente cobra sentido. ¿Estás saboteando esto a propósito? ¿Estás en contra de las políticas de este gobierno?.
-No estás viendo las cosas con claridad, ¿qué te han dicho? Quiero que seas honesta y me digas que te han dicho sobre mi pasado. - Erick respiraba agitadamente, esperando lo peor.- Dime! -Que, qué tuviste un proceso legal por exposición de datos sensibles.- La voz de Alana temblaba de enojo y de miedo a descubrir algo peor.
Erick descansó su cuerpo y mirada al unísono, su rostro se suavizó hasta mirarla con una dulzura que Alana desconocía, se giró y se sentó en el diván verde, dispuesto a confesar la verdad.—Mira, no es fácil decirte lo que te voy a decir y espero que no lo divulgues…En ese lugar descubrí cosas terribles. Se alteraba intencionalmente los resultados de las pruebas diagnósticas a un montón de pacientes en varios lugares del mundo, para hacerlos elegibles para probar un nuevo medicamento. Me tomó un tiempo darme cuenta pero este medicamento tiene evidencia muy controversial en torno a él. Parece que causa cambios cerebrales a largo plazo, que incluyen deterioro de las neuronas en espejo del cerebro, las que permiten la empatía y honestamente, no sé porque querían seguir adelante con la investigación de esta molécula pero había un conglomerado muy poderoso detrás de todo eso. — Alana respiraba agitadamente mientras escuchaba a Erick, parecía transitar del enojo al desagrado, Erick se recostó mirando al techo, sobrado y fuera de contexto como siempre, continuó - creo que a alguien muy poderoso en el sistema le conviene deteriorar la empatía de la población, creo que somos mejores consumidores sin eso que nos hace buenas parejas o buenos amigos. yo…—Se agarró el pantalón con fuerza — yo tenía que hacer algo, luego recibí amenazas y decidí acercarme al gobierno para ganar protección, el magistrado que me metió aquí sabe que hay algo con mi pasado y que aquí no es fácil tocarme.
Hubo una pausa, Erick miró de reojo a Alana como diciendo: responde.
-por qué no me lo dijiste antes? - Alana sonaba molesta y hablaba con los dientes apretados.
-Querías que llegara y me presentara diciendo que sufrí una demanda por exposición de datos sensibles?—Erick se giraba un anillo en la mano y miraba con amargura a Alana- Lo que me salvó de ir a la cárcel es que este gobierno que tu apoyas, está contra esas corporaciones que expuse.
-Lo que no puedo creer es que no hayas confiado en mí para algo así, yo te hubiera apoyado pero tú, no confías en mí.
-No puedo confiar en nadie desde que hice lo que hice. Recibí amenazas de muerte encriptadas, no me siento a salvo. ¿De qué estás hablando? - Erick sentía su corazón latiendo con fuerza, estaba indignado con Alana, pero una parte de él quería abrazarla y disculparse por “traicionarla”.
-Que no puedo creer que uno de mis empleados tenga conmigo semejantes secretos, es que no puedo creerlo, ¿Qué más me puedo esperar? ¿Dime? No voy a poder confiar en tí igual que antes. Hubo una pausa, un ambientador esparció un olor a cedro y cuero por la oficina, al mismo tiempo que comenzaba a sonar Honey, There ‘s No Time de Feng Suave.
Erick replicó enojado—Lo que yo no puedo creer es que pretendas que tu vida laboral funcione como tus relaciones íntimas! Perdona, pero me parece extraño, tal vez, que esperes que tus compañeros de trabajo no tengan vida privada y te cuenten todo sin más!
-No es eso, es que las mentiras y los secretos destruyen todo.
-Es tu afán de control, quieres controlarlo todo, quieres que yo funcione solo para cumplir tus estándares imposibles y te molesta porque simplemente no quiero hacerlo, no quiero ni puedo estar a nivel de lo que sea que tu esperas de la gente.
-Quiero que lo hagas bien, que hagamos las cosas a tiempo y que te apropies de este proyecto!.
-Quieres que todo sea tu propiedad, ¡quieres que yo lo sea!. –Erick lanzó esas últimas palabras en automático, solo salieron y él mismo dio un pequeño resalto.
El silencio se apoderó de la oficina. Solo sonaba la guitarra de Feng Suave y otro atardecer inundaba el lugar dando vida al gusto ecléctico de Alana. La acusación de Erick quedó suspendida en el aire, cortante y brutalmente honesta. El rock psicodélico de la oficina, pasó por algunos tramos sensuales y se inundó de cadencias profundas, el aire se hizo más pesado mientras se miraban en silencio, se hizo un zumbido caótico que envolvía la demolición de la realidad. El enojo en sus rostros se desvaneció. Las facciones de Alana siempre controladas, se aflojaron. Su respiración, antes agitada por la furia, se volvió lenta, profunda, hasta que a Erick le pareció escuchar un suspiro de rendición. Comenzó a llover en el clímax del atardecer, dibujando un paisaje dorado lleno de luces rojas cada vez más escasas, el sol se ocultaba.
Erick permaneció en el diván verde, observándola. Había arrojado su última carta, la verdad más afilada de todas, y ahora solo podía esperar el impacto. Vio cómo la mujer corporativa, la jefa impenetrable, se disolvía frente a él. La vio, quizás por primera vez, como simplemente: Alana.
No respondió con palabras. El silencio se estiró, cargado con el olor a cedro y cuero que invadía el espacio, la confesión de un crimen internacional y una intimidad forzada, debían estar locos. Lentamente, como si se moviera a través del agua, Alana dio un paso hacia él. Luego otro. Se detuvo justo frente al diván donde él estaba sentado, su sombra cubriéndolo parcialmente.
Él levantó la vista, sus ojos oscuros encontrando los de ella, y en ellos vio a la mujer que había abrazado, a la que llevaba el perfume de su pasado. Alana se arrodilló lentamente frente a él cuando el último rayo del sol se ocultó, un gesto de sumisión tan impropio de ella que a Erick se le cortó la respiración. Su mirada no era de disculpa, sino de una curiosidad intensa, casi febril.
—Tú eres el que quiere controlar todo… —susurró ella, repitiendo sus palabras, pero no como una refutación, más bien como una revelación. Sus ojos brillaban fascinados y sonreía sin poder disimularlo.- Cada pequeño detalle de lo que haces, quieres que sea perfecto, temes equivocarte, temes decepcionarme y como no puedes controlar cada variable, prefieres controlarme a mí, para que te dé el tiempo suficiente para estar seguro de que todo funciona y para que nadie más lo haga.
Extendió una mano y, con el dorso de los dedos, rozó la mandíbula de Erick, sintiendo la tensión de su piel. Hubo un contacto eléctrico, una descarga que diluyó de inmediato cualquier distancia entre ellos. Erick se estremeció y cerró los ojos por un instante, entregándose al gesto. La mano de Alana bajó por su cuello hasta el primer botón de su camisa. Sin prisa, con una deliberación que era a la vez clínica y sensual, lo desabrochó. Luego el segundo. Sus ojos nunca se apartaron de los de él. En ese acto no había promesas ni afecto; había una necesidad cruda de destruir la formalidad que los separaba, de validar sus acusaciones sobre el control, de la manera más carnal posible. Si él creía que ella mezclaba lo íntimo con lo laboral, entonces ella le daría la razón.
Se inclinó hacia adelante, y el aroma a Rouge Royal se mezcló con el aroma a cedro y cuero de la oficina. Se miraron confundidos y sus labios se encontraron, no en un beso de pasión, sino en uno de exploración, de poder y de rendición mutua. Era un beso que sabía a rendición y a peligro, a la confesión de que, en el fondo, ambos estaban rotos de maneras compatibles. El mundo, con sus conspiraciones y sus fechas de entrega, dejó de existir más allá de los confines de aquel diván verde. Dónde los dos se dispusieron a confesar sus pecados y sus fantasías.

Martes.
Arnold entró a la oficina de Alana con dos cafés y una sonrisa —¿Lista para entregar el reporte? — Arnold apagó su sonrisa al ver una expresión que no le gustaba ver en Alana. -No sé, ¿Estás seguro que no deberíamos revisar otra vez los hallazgos antes de ir a esa reunión? - Alana hizo ojos chinos como queriendo evitar ver una mala reacción en Arnold. - Por favor no te ofendas, no es mi intención.
Arnold frunció el seño antes de continuar y comenzó a explicar con paciencia infantil. —Necesitamos que el senado apruebe la propuesta del ministerio de ciencias, para admitir fondos internacionales en la investigación médica.—Hay mucha gente detrás de esto, los hallazgos son los necesarios para que las cosas avancen, para que el país mejores.
-Creo que Erick está muy preocupado porque no encuentra consistentes algunos datos, pero si tu me aseguras que están bien, yo te creo.
Arnold sonaba cada vez más dulce y preocupado, como si le hablara a una niña–¿Recuerdas cuando te conté cómo saqué mi grado en ingeniería industrial?, tuve que hacer, bueno tu sabes, algunas cosas que se alinean con la filosofía de: Hacer lo necesario. hay que saber hacer lo necesario, tú sabes todo sobre mí, he hecho lo necesario pero siempre pensando en un bien mayor. Te conozco lo suficiente para saber que también has hecho lo necesario en el pasado y que no lo hiciste pensando en hacer daño. Somos compañeros en esta y todas las batallas.
Alana experimentó una combinación extraña de emociones, el cariño y la confianza que tenía con Arnold le hacían sentir una gran complicidad, y su experiencia era una garantía de éxito, pero Erick se aparecía en su mente, molesto, irreverente, revulsivo, errático y poco confiable, pero aún así talentoso y profundo. “Tal vez Erick tenía razón y estoy manejando mi vida laboral con mis emociones, pero es como siempre he manejado todo y me ha funcionado”. –Pensó Alana mientras miraba distraída a Arnold que no se callaba. – “y Erick tiene un pasado que no puedo ignorar, no puedo confiarme y si le da por pensar que estamos haciendo algo indebido, sería el primero en armar una alboroto”.
–¡Hey! Sigues ahí–Arnold chasqueó los dedos con una sonrisa divertida frente a Alana.
–Si, si, está bien, lo haremos como dices.
Alana procedió cómo Arnold lo quería. Al día siguiente se tomaron decisiones con el informe de Arnold. Se profirieron decretos, medidas y se aprobó un protocolo del gobierno que cambiaba el enfoque presupuestal y la gestión de varios planes de gobierno. Ambos estaban celebrando el impacto de su imprudencia cuando Erick irrumpió en la oficina de Alana.
–Hola, ¿Cómo están?-Formalizó Erick, pero no era una pregunta pues continuó de inmediato y con una voz contenida pero que anunciaba una tormenta––¿Puedo saber a qué se debe todas esas medidas del gobierno? ¿A qué debemos el nuevo plan de ejecución presupuestal?¿Tiene algo que ver con el informe que me mostraste ayer?
–Publicamos el análisis de Arnold, y a diferencia de lo que veníamos haciendo, esto fue un éxito––Replicó Alana con una voz fría y la mirada indiferente.
–Solo queríamos ayudarte a tener más tiempo para resolver tus cosas, sabemos que el reporte completo vendrá de tu mano –Terció Arnold con una sonrisa política y ensayada mientras se acomodaba el blazer, a Erick le dió la impresión de que se sacaba los bolsillos como negando al dragón oculto en la habitación.––Danos tu opinión abiertamente, no debe haber nada oculto entre nosotros.
–¡Entiendo! Me gusta, de hecho me gusta eso que dices sobre que no debería haber nada oculto entre nosotros, y yo creo que deberías comenzar por contarnos por qué eres psicólogo y no ingeniero cómo dice tu hoja de vida pública.–Erick apretaba los dientes en algunas palabras, invadido por el enojo.
–Esos son asuntos del gobierno que no deberían quitarte la tranquilidad–Replicó Arnold con la voz tranquila y una mirada sombría que a Erick le dió la sensación de hacer la habitación más fría.
Alana interrumpió–Pero creo que también es asunto nuestro, no debería haber secretos entre nosotros, tu lo dijiste–Se puso de pie y se llevó las manos al rostro cubriendo su boca y esperando lo peor.
–Alana no vas a creer que toda nuestra historia es mentira sólo por eso, ¿o sí?–Arnold esbozó una sonrisa tímida que solo dejaba ver sus dientes frontales, una que Erick conocía bien, y supo que era momento de atacar.
–También tomaste un curso de psicología social en la universidad. Dime, ¿que veían allí?–Erick caminaba lentamente hacia Arnold mientras hablaba—Tengo entendido que es un curso popular entre analistas de inteligencia e investigadores en seguridad, palabras refinadas para decir: Espía.
Hubo un silencio sepulcral en la oficina de Alana mientras Arnold y Erick se miraban fijamente. Finalmente Arnold suavizó la mirada, agachó la mirada y replicó abatido —Es un plan de gobierno que no entiendes Erick, y no deberían interferir con esto, es algo más grande que nosotros, pero es por el bien de la nación, hay demasiado en juego y tenemos poco tiempo para hacer los cambios que el país necesita.
—¿Pero qué clase de pertinencia van a tener esos cambios si no están basados en la realidad? —Erick dio un paso hacia Arnold, su voz era un filo que cortaba el aire—. ¿Qué importa más: lo que el gobierno cree que hace falta o lo que realmente necesita la gente? Porque aquí es donde surgen las preguntas que nadie quiere hacer: ¿se trata de imponer una visión del mundo o de implementar soluciones reales?Erick se inclinó levemente hacia él, bajando la voz, como si las paredes pudieran escuchar.—Si no es lo segundo, nada ha cambiado… nada, Arnold. Lo que tú haces no es cambio, es control disfrazado de progreso.
El silencio que siguió fue tan denso que se escuchaba el tic-tac del reloj como un martillo lejano. Arnold no parpadeó. Se puso de pie y dejó el café sobre el escritorio lentamente y se acercó a Alana. Su presencia llenaba la habitación.—No es lo que crees, Erick… —dijo con una calma inquietante—. Esto nunca fue sólo sobre datos.
Con un gesto preciso, metió la mano en el bolsillo interior de su blazer y sacó una credencial negra, sin más adornos que un sello dorado que a Erick le heló la sangre. Lo conocía. Inteligencia exterior. Erick sintió un golpe en el estómago; no físico, sino una mezcla de sorpresa y confirmación que solo llega cuando los peores temores se vuelven verdad.
Arnold giró la credencial hacia Alana, no hacía Erick, como si la conversación real no fuera con él.—Yo también estoy aquí para proteger a algunas personas… —la miró con una intensidad que la dejó sin aire—. Tú eres una de ellas.
Alana se quedó inmóvil. Sus manos, normalmente firmes y seguras, comenzaron a temblar. Erick la miró buscando complicidad, una señal de que iba a cuestionarlo, de que no caería en la trampa. Pero no la encontró. Fue como ver a alguien caminar lentamente hacia un abismo.
Erick dio un paso adelante, casi con desesperación.
—¿Proteger? ¿De qué hablas ahora? —su voz tembló entre rabia y miedo—. No eres un salvador, Arnold. Esto que haces es manipulación. Usas la confianza como arma.
Arnold sonrió, no con burla, más bien con una serenidad que parecía invulnerable. —La confianza siempre es un arma, Erick. La diferencia está en quién la empuña y para qué.
Alana sintió un nudo en la garganta. Entre ellos, el aire olía, nuevamente, a cedro, cuero y café frío, rememorando un escenario en el que ya había otras circunstancias, incluso otros actores. Y, por primera vez en mucho tiempo, tuvo la sensación de que ya no era dueña de su vida.
Erick miró a Arnold con una mezcla de odio y comprensión tardía. Lo entendió todo: el informe, la metodología, los gestos de camaradería… todo había sido un tablero de ajedrez, y él no era más que una pieza que ya había sido movida.
Arnold volvió a guardar la credencial en su blazer.
—Tú puedes seguir luchando contra el sistema, Erick. Es noble, lo entiendo y alguna vez lo hice. Pero algunos de nosotros… —sus ojos se clavaron en él como anclas—, jugamos en otro tablero.
En la ventana, la lluvia golpeaba como una ovación lenta y siniestra. La ciudad parecía ajena, pero en esa oficina, tres personas sabían que ya no habría vuelta atrás. Erick bajó la vista, sintiendo el peso de una derrota que no entendía del todo.
Alana, en cambio, no apartó la mirada de Arnold, su mirada reflejaba tristeza y resignación, fue la primera traición de su vida, en la que un poder superior la obligaba a no objetar una sola palabra, finalmente asintió y sonrió de medio lado a Arnold. En ese cruce silencioso, se selló algo más que un acuerdo: su lealtad.
Erick lo supo. Eso lo destruyó más que cualquier dato manipulado.
Final de la parte I


..

-Detective Morgan, queda asignado a labores de oficina hasta nuevo aviso, parece, según lo que dicen sobre usted, que tiene problemas con el control de sus emociones. ¿Qué diablos le pasa, Morgan? ¡Nos tiene la prensa encima y usted sale a golpear a un sospechoso en plena calle!. - El Capitán Martinez miraba con enojo a Morgan mientras se acomodaba la guerrera y la gorra.
-Capitán, estoy seguro que es el asesino que buscamos, el patrón se repite y las pistas son claras en decir qué…
-¿En decir qué!? Si no tenemos pruebas suficientes para que la fiscalía lleve al asesino de la luna o como usted le llame, a la cárcel. No podemos darnos el lujo de andar deteniendo a cualquiera por corazonadas suyas. Diríjase de inmediato al piso de archivo, ahí tenemos muchos casos sin resolver que podrían beneficiarse de su clarividencia- Ironizó el capitán antes de girarse y abandonar la habitación dando un portazo.
El despacho de Morgan era pequeño, había un escritorio de roble con una lámpara rústica de madera hecha con un tronco de madera retorcido y casi sombrío, había algunos libros entre los que destacan las novelas policiacas de Sherlock Holmes y Aguste Dupin, así como el psicópata integrado de Vicente Garrido y a sangre fría de Truman Capote. Junto a los libros reposaba una pipa de tabaco Salvatore Amorelli, llena de hollín, el lugar olía a tabaco y a café, y daba la impresión de pertenecer a alguien que nunca dormía y que además leía mucho.

Morgan salió a la calle y se estrelló con el viento frío de octubre. Dio una mirada al cielo para ver un montón de personas desplazándose en pequeñas plataformas que se movían de un edificio a otro generando un zumbido que le recordaba a las pistolas láser en los videojuegos que jugó siendo un niño, en la calle varios autos automáticos llevaban personas dormidas a sus destinos, había luces neón por todas partes, una cantidad de luz que a Morgan se le antojaba innecesaria e irritante. Aún no se acostumbraba a ese paisaje futurista de la Nueva York de mediados de siglo 21. Compró una cajetilla de cigarrillos, a la antigua, se fumó medio y regresó al interior de la comisaría.

La sala de archivo era un espacio lúgubre, paredes color verde menta raídas y abandonadas, el aire acondicionado mantenía la habitación a una temperatura baja y se podía ver ocasionalmente algún funcionario pasar con un archivo físico. Se acercó a una pantalla transparente de 2 metros y dijo al asistente virtual de la comisaría: “Busca archivos no resueltos de asesinatos de mujeres ocurridos entre 2030 y 2035. Casos únicos, no sospechosos seriales”. -”Tal vez un caso único sea lo que me haga falta resolver, debo tomarme unas vacaciones con los seriales, me están volviendo loco”.
Abrió un archivo que le llamó la atención, crimen pasional al parecer cometido por un hombre contra una mujer joven en un penthouse de la avenida sexta de Manhattan. El ADN del sospechoso hallado en la escena, pero resultó ser de alguien registrado como muerto años antes del asesinato, se ponía más extraño: el forense no logró determinar la causa exacta de la muerte; el cuerpo parecía “congelado en el tiempo”. -”¿Cómo pudo escapar este tipo?”.-Se rascó el cabello y dio un trago al energizante que por esa fecha ya traía sustancias que inducían la concentración extrema. El archivo rezaba: “Mujer de 28 años, vestido blanco, homicidio sin signos de overkill, manipulación del cuello, sospecha crimen pasional”.
-¡Hola! –Morgan dio un salto al ser interrumpido de su lectura.
-Danielle, cuánto tiempo sin verte, cómo estás? –Inquirió Morgan con su estilo parco y poco elaborado.
-¿Qué lees? –Danielle, una mujer delgada, pálida, de rasgos delicados y cabello negro se acercó a Morgan para ver el archivo que tenía en la mano.–¿No te aterra leer ese archivo?
-¿y por qué debería aterrarme leer esto?–Replicó Morgan de mala gana mientras se sacudía restos de tabaco del blazer.
-¿No lo sabes? Cada investigador que revisó el caso reportó pesadillas recurrentes y uno terminó suicidándose.
-¿De qué estás hablando, Danielle?, no creerás que este es un caso embrujado o alguna cosa así, ¿Qué estás insinuando?.
-Nada -Danielle parecía avergonzada y miraba hacia el suelo en diagonal, con una mezcla de temor y vergüenza en el rostro - En el segundo cajón del archivo, vas a encontrar el diario de Lana Grimes.
Morgan caminó con afán evidente hacia el segundo cajón del archivo de Lana, lo abrió y sacó de él un cuaderno rojo granate que ya no tenía candado, lo tomó y un escalofrío recorrió su espalda, el objeto le resultaba extrañamente familiar. Lo ojeó rápidamente y dio un vistazo rápido a Danielle que lo observaba con los ojos bien abiertos como si Morgan se fuera a lanzar de un edificio. Lo observó leer por unos minutos y vió como la mirada Morgan se perdía lentamente en las letras del diario.

Diario de Lana
20 de enero 2035
“El rooftop Jimmy de la MordernHause en Midtown Manhattan estaba bañado por el resplandor anaranjado de un atardecer que se reflejaba en los edificios. Había una hermosa piscina de agua fotocromática que vibraba con el ocaso, replicando los tonos del cielo en un degradado líquido. Un grupo de jóvenes jugaba a emborracharse con desafíos extraños; sus risas apenas competían con el silbido lejano de los aerotaxis entre los cañones de la ciudad.
Ese día llevaba un vestido rojo de flores y un lápiz labial que hacía juego perfecto. Pasé en la mañana por el salón para rizar mi cabello, mi corte bob favorito (rubio plateado), al mejor estilo de Marilyn Monroe. Me vi al espejo y disfruté mi silueta delgada. Frente al espejo, ajusté la máscara de dulzura inocente que tan bien me sentaba. Un último retoque a la ficción antes de salir. Estaba aburrida porque no había nadie interesante (para variar), cuando ví a un hombre joven, con una presencia imponente. Llevaba un blazer azul marino, una camisa blanca Saint Laurent y un pantalón tono arena con zapatos azul oscuro, no pude ver los ojos al principio porque tenía unas gafas de sol que hacían un juego perfecto con el corte de cabello pompadour castaño. Lo miré disimuladamente. Le escuché desgranar nombres de yates y calas en la Costa Azul, y luego el recuento frío, casi quirúrgico, de cómo una chica —cuyo nombre dijo olvidar— se había obsesionado. Comenzó a mirar hacia dónde yo estaba sóla, bueno, con mi Martini. Y cuando menos pensé, el tipo decidió dejar a sus amigos y caminó directo hacia mí. Su mirada tenía una calma inusual, una fijeza que parecía… programada. No era tierna ni peligrosa, sino ambas cosas y ninguna a la vez. Una disonancia. Y esa extraña sensación fue lo que me sacudió por dentro. Cuando me saludó, juraría que vi el último rayo del sol desaparecer.
Me dijo que se llamaba Dominick, yo sonreí, traía un perfume que olía como al aroma más exclusivo y elegante que pudieras conseguir en Dubai, era embriagante. Me presenté y creo que le dí una mirada coqueta, le pregunté si frecuentaba la terraza y me dijo que era la primera vez que venía a ese lugar. Creo que es un gran conversador porque cuando menos pensé le estaba contando sobre mi familia, mi mala relación con mi padre, mi amor devoto por mi madre. Hacía preguntas diferentes, era como si señalara algo en lugar de preguntar. Lanzaba cosas como: “eres obsesiva, te gusta cuidar” y no se cuantas más cosas que me hacían hablar más y más de mí. Creo que realmente no llegué a conocerlo ese día.”
25 de enero de 2035.
“¡Volví!
¿Dónde iba? Aclaro que escribo todo esto porque me lo pidió mi terapeuta, pero tal vez me gusta esto de escribir mi historia, es cómo si fuera una escritora famosa, sigamos. Dominick escuchó todo lo que dije sobre mi padre sin interrumpir. Cuando terminé, el silencio se sintió denso, pesado. Luego habló, y fue como si tuviera un guión para cada herida, precisión quirúrgica otra vez, me sorprende que no sea psiquiatra o cirujano. Me dijo que lamentaba lo de mi padre, pero que nunca era tarde. Recuerdo que dijo: “Me gustaría ser tu mentor”, lo dijo de repente. No pude disimular la sorpresa, nadie me había dicho algo así. “No lo tomes mal… solo en algunas cosas”. Lo extraño es que su voz era compasiva, pero la oferta se sentía más bien como posesiva. Dijo que Carl —le hablé de Carl— no merecía una hija como yo, pero que quizás yo podría incluso llegar a ayudarlo algún día. Y para eso, primero tenía que arreglarme a mí misma. Me dijo que estaría complacido de poder ayudar, recuerdo que sonó como un médico ofreciendo una cura milagrosa.
Y yo me lo bebí todo. Cada palabra. Le dije que era lo que siempre quise escuchar de mi padre. El sol del atardecer le arrancaba reflejos de vino tinto a mis ojos, o al menos eso dijo él, y yo solté una risa nerviosa, infantil, no sé reír de otra manera, en mi defensa.
“Es extraño que uses su nombre para referirte a él”, me interrumpió, sonriendo de medio lado. “Es como si pensaras que la vacante está disponible”. La verdad es que la frase me heló por un segundo. Nadie me había hablado así, con esa mezcla de análisis y coqueteo. Se puso de pie y señaló el camino. Era hora de bajar a un espacio privado.
Mi apartamento se sintió diminuto y caótico bajo su mirada. Me preguntó: “¿Tus padres saben que tu apartamento es un desastre?”. Pero no se sentía cómo una pregunta real, era un juicio. Sentí su mirada recorriendo el desorden y de pronto me sentí como una niña a punto de ser regañada. Le respondí que no necesitaba que nadie me cuidara, que podía estar sola…Recuerdo que la voz me salió más débil de lo que quería. Un escalofrío me recorrió la espalda, el mismo que sentía de niña cuando sabía que había hecho algo malo.
Él se sentó en mi cama, tan dueño del espacio. Me hizo un gesto para que me sentara en su regazo. Y lo hice. No sé por qué, fue como un impulso, un resorte que él activó dentro de mí. Comenzó a acariciarme el cabello. Su voz se volvió simple, casi un arrullo, hablándome con palabras que se usan para calmar a un niño asustado. Y en lugar de sentirme insultada, me sentí… tranquila. Su aura, que en el rooftop se sentía como una agresividad contenida, aquí abajo se había transformado en algo dulce, protector. Una fortaleza.
No recuerdo mucho más de las siguientes horas. Solo el peso de su brazo sobre mí en la oscuridad, que se sentía como un ancla. O quizás como una jaula. La noche nos había dejado a oscuras, solo con el parpadeo azul del purificador de aire en la esquina”
Morgan levantó la mirada del diario y se dió cuenta que veía borroso, no pudo evitar conmoverse por la historia, lo incauta y frágil que sonaba Lana, y la manera en la Dominick, si así se llamaba, se había acercado a ella, era cómo ver un depredador en acción, algo que ella intuía pero parecía no reconocer o no considerar un problema. Decidió salir un rato de la comisaría y fue directo a ModernHaus. Se encontró con el mismo atardecer rojo que Lana había plasmado en su diario, el viento era cálido y había un olor a pino en el aire, típico del abeto noruego. Se pidió un trago y se sentó en un punto del lugar, dónde vio a una pareja que parecía recién conocerse y le dio la impresión de ver a Lana y a Dominick recreando la escena para él. Trató de imaginar a un experto en seducción, que sabía tocar cada fibra del alma de Lana y usarla a su antojo, qué clase de tipo era y a qué se dedicaba, si sólo era un gran seductor o tenía un lado mucho más oscuro.-”Este Dominick, podría ser el asesino”-Pensó y luego de un par de tragos más de whiskey decidió volver al archivo, quería saber más.

Diario de Lana
15 de mayo
“Los últimos meses han sido un desenfoque, una rutina extraña. Días de sexo devorador seguidos de sus “lecciones”. Me leía en voz alta, literatura francesa tan dañada y retorcida que me hacía sentir sucia y fascinada a la vez. El Marqués de Sade, por supuesto. Yo, tumbada en la cama, escuchándolo como a un profesor. Su proyecto era “corregirme”, enseñarme a comportarme, castigando con silencio o con un toque demasiado duro cualquier atisbo de placer que los textos provocaran en mí. Una clase retorcida sobre mi propia inmoralidad, algo que realmente me ponía a mil revoluciones. Con el paso de las semanas siguientes el calor se fue apagando, muy lentamente, apenas lo percibí. Las lecciones se hicieron más escasas, a veces llegaba pero parecía no estar presente, sus visitas se espaciaron y sus mensajes se hicieron cada vez más, cosa del día siguiente. Se convirtió en un fantasma en mi propio apartamento, una presencia indiferente. Y yo, como una idiota, empecé a esforzarme el doble. Comencé a necesitar esa intensidad, esa mirada que me desarmaba. Es una adicción, lo sé. Una en la que juré nunca caer. Cada día que pasa, el silencio se hace más grande, y el miedo a que no vuelva es un nudo en el estómago”.
25 de Agosto
Hacía una noche linda y compartíamos buen vino, pero hoy decidí que no más. No más silencio, no más suplicar con la mirada. Estaba aquí, dando vueltas a un maldito bolígrafo entre sus dedos perfectos, y lo confronté. Intenté que la voz no me temblara al preguntarle por su distancia.
Me devolvió la pregunta, frío como siempre: “¿Tienes una teoría sobre mi comportamiento?”.
Y ahí, en lugar de rogar, algo cambió. Su propio veneno me dio la idea. Ya no era la chica rota que él creía haber domado. Ahora que me sentía invisible para él, sentí que podía transformarme en cualquier cosa. Me encogí de hombros. “No, de hecho creo que te entiendo bastante bien. No tienes nada que explicarme”.
Su sonrisa vaciló. Creo que fue la primera vez que lo vi dudar. “Entonces cuéntame”, dijo, tratando de recuperar el control, “¿crees que estoy dañado y puedes repararme?”.
Fue mi oportunidad. Le dije que él era el irreparable, el que estaba muerto en vida. Le hablé de cómo su necesidad de ser el mejor era solo un eco de unos padres que solo aplaudían sus logros; de cómo se había vuelto un actor en su propia vida, tan vacío que necesitaba romper a otros para sentirse completo. Y entonces usé la palabra que lo desarmó: lástima. “Tengo que confesarte que me das lástima”.
Vi cómo apretaba la mandíbula. Cómo su mano casi rompe la copa de vino. Intentó defenderse con su arrogancia, hablando de las otras mujeres, de que hace lo que quiere porque puede. Pero yo sabía que había tocado el nervio. “Tu problema, cariño”, le dije, “es que nadie te enseñó a quererte”.
Se sirvió un vodka y por primera vez sentí miedo genuino. El resto de la noche fui sutilmente cruel. Usé sus propias técnicas contra él, envolviendo insultos en palabras falsamente compasivas. Lo observé contener su enojo, responder a la defensiva, sin saber cómo parar los golpes.
Por primera vez, él no tenía el control. Lo tenía yo.
Y la sensación, ahora que escribo esto en la cama vacía, en lugar de ser liberadora, se siente peligrosamente familiar. Como mirarme en un espejo roto y ver su rostro en mi reflejo.
24 de Octubre
“Mis peores temores se hicieron realidad hoy, pasó algo horrible, no sé cómo salir de esto. Me siento perdida. Dominick perdió el control mientras discutíamos y arrojó una botella de ginebra al vidrio del ventanal principal de su departamento. Luego me tomó del cabello y me asomó por el ventanal, cómo si me fuera arrojar al vacío, era un piso 28, ¡mierda!. Me sostuve como pude de sus antebrazos para no caer. Estaba como loco gritando que la ciudad y el mundo le pertenecían, que todo era de él, que era el maestro de las marionetas y no recuerdo qué más locuras. Lo que más me aterra es que mientras eso sucedía cayeron un par de rayos y juro, juro que ví la mirada de un monstruo frío y asesino. ¿Dónde está el hombre dulce y cuidadoso que conocí? Quisiera que alguien pudiera devolvérmelo, pero sé bien que es imposible. Pero vi claramente cómo se estremecía de placer. Ahora solo tengo miedo, tengo miedo pero tampoco quiero alejarme. ¿Cómo puedo salir de este mal? y sobre todo ¿Cómo puedo volver a ser yo misma?.”

Morgan tuvo que parar. Era demasiado doloroso ver a través de los ojos de Lana cómo el amor se transformó en su peor pesadilla. Se levantó algo mareado del escritorio y guardó apresuradamente el diario. Salió por un aerotaxi e hizo una parada para comprar algo más de licor; necesitaba dormir de borracho, de otra manera, iba a ser imposible. Llegó a su casa con una botella de Macallan ahumado y encendió la fogata holográfica. Puso un clásico de rock que no recordaba disfrutar: I Put a Spell on You de Screamin’ Jay Hawkins. La dejó sonar mientras encendía su pipa. Tomó una, dos, diez copas. Hasta que cayó dormido y comenzó a soñar. Soñó con gritos y con una lluvia fría. Soñó con el olor a cannabis y alcohol, con botellas regadas por todas partes. Soñó que despertaba a Lana, que llevaba puesta una lencería que él mismo le había regalado. Soñó que se quitaba el cinturón.
—“¡Ni te atrevas maldito canalla!”— gritó ella. —“¡Yo no soy tu juego, no soy tuya!”.
En el sueño, su mirada se desvió hacia la mesa de noche. Vio dos paquetes de condones destapados y sintió un volcán que hizo una erupción violenta en su pecho, como si algo tomara posesión de su ser. Lo siguiente fue confuso: una lámpara moviéndose de manera tétrica, la fuerza de Lana defendiéndose y luego su mano derecha sobre el cuello de ella y su mano izquierda rompiéndole la ropa. Comenzó a ahorcar fuerte durante minutos que parecieron segundos. Luego, lo peor, un silencio eterno.
La mirada perdida de Lana, su cuerpo de Lana cada vez más frío. Su rostro, manchado de sangre, con la mirada perdida en la infinita oscuridad.
En su mente sonaban notas de piano disonantes, acordes malditos. “¿Por qué no se callan estos sonidos? ¡No puedo pensar! ¿Cómo voy a callar ahora las voces?”.
Morgan despertó de golpe, bañado en sudor y completamente aterrado. ¿Por qué acababa de soñar con la muerte de Lana, y siendo él mismo Dominick en primera persona?
“Qué mierda significa todo esto”, se preguntó.
Un par de días después, estaban en una reunión para discutir el caso y los avances de Morgan.
-¿Qué dices Morgan? Violencia doméstica común, con una narrativa desgarradora, diría yo. - Danielle miraba preocupada a Morgan, sabía que el caso lo estaba afectando. Morgan miraba a una lámpara distraído.
-Honestamente no lo sé, no había muchas cosas rotas en la escena del crimen, según la evidencia no parece haber habido una discusión fuerte entre ellos, pero algo me dice que fue pasional, el relato del diario apunta a un crimen pasional. - Respondió Morgan con su habitual indiferencia, disimulando lo hondo que le había calado cada parte de la historia en la mente, había tenido ya varios sueños absurdamente realistas.
El Capitan Martinez con un tono que aunque calmado, amenazaba con una nueva reprimenda a Morgan respondió.-¿Un crimen pasional con una violación, sin huellas, sin pistas?. Premeditado o no, esto lo hizo un mal hombre y al parecer uno muy inteligente. ¿Pudo analizar y concatenar el archivo del ADN extraño que había en el cuerpo de ¿cómo se llamaba?, Lana Grimes?.
-Si, lo hice, capitán, y el ADN no coincide con ninguna base de datos conocida, de ningún país. Quien sea que la haya matado, es un fantasma, no está registrado en ningún lado, las cámaras de seguridad tienen registros parciales del rostro pero tampoco hay coincidencias, es muy extraño.
-Y su mayor corazonada le dice que es un asesinato pasional y desesperado que mágicamente no deja ninguna pista y al tipo luego se lo llevan los extraterrestres a otra galaxia. Tal vez el error es mío Morgan, confié de más en sus talentos. Tiene dos días más para resolverlo o queda suspendido hasta que sepa que hacer con usted y no le voy a dar vacaciones porque hasta dónde sé vive sólo, usted no tiene familia ni a nadie. - El capitán abandonó la sala de reuniones dejando a Morgan y Danielle en un silencio incómodo y ensordecedor.
Todo esto era extraño porque en 2040 se había ejecutado un protocolo de banco de ADN a nivel mundial con el que existía una copia digital del genoma de todas las personas vivas en el mundo y con este era posible identificar a los hijos de las personas si habían escapado de alguna forma al registro. No existían registros de personas cuyo ADN no pudiera identificarse porque el proyecto virtualmente tenía registrados todos los posibles genomas del mundo, el asesino estaba libre y su ubicación era un misterio para todos en el departamento de homicidios de Nueva York. Quién lo hubiera hecho, tendría que haber modificado su propio ADN para poder desaparecer.
Morgan salió a dar un paseo para despejarse y vio a una chica de vestido de flores rojas y un peinado al mejor estilo de Marilyn Monroe, le recordó de inmediato a Lana. La mujer se sonrió de medio lado y Morgan dio unos pasos más hasta que una sensación desoladora le invadió el pecho y la mente. “¿Por qué siento cómo si yo mismo extrañara a Lana?. Me estoy, ¿me estoy enloqueciendo?”. El pitido de un auto lo interrumpió y tuvo que saltar hacia atrás para evitar ser atropellado. Volvió al archivo para leer la última página del diario. Que seguía pendiente y se encontró con un pequeño poema.
Lobo.
Me hablaste de un reflejo en un cielo de vino tinto.
Dijiste que mi alma era un cristal que ibas a pulir.
Y aprendí tus lecciones en páginas de seda y espinas.
Pero me convertí en el eco de una voz que no era mía. Creí que teníamos magia
Pero solo había tragedia por delante.
Quise ser el espejo que te mostrara el monstruo dentro.
Pero los espejos rotos solo sangran en silencio.
No busques ya mi nombre en el último piso del mundo. Búscalo en el frío, dentro de tu propia memoria. Me voy.
Morgan cerró el diario, pero la voz de Lana no se quedó en las páginas. Fue suspendido por el capitán, al no poder resolver el caso. La voz de Lana, qué se supone no tendría porque recordar, se instaló en el silencio de su apartamento, un eco persistente. Los sueños ya no eran un evento aislado; en ellos veía a Lana, su mirada enamorada, su belleza estremecedora, sentía que debía castigarla por ser tan increíble, tan pura, tan por encima de él, la odiaba porque odiaba amarla, porque no sabía que hacer con lo que sentía. Morgan despertó bañado en sudor, con el sabor a vodka en la boca y la sensación fantasma de un cinturón de cuero en la mano. El caso lo estaba devorando desde adentro. Supo que las pistas no estaban en los archivos, estaban en él. Un día, mientras se afeitaba, se sorprendió mirándose al espejo con una sonrisa sádica que no reconoció como suya. Era la sonrisa que Lana había descrito, la de Dominick. El pánico fue un pulso helado en sus venas. Empezó a oír notas de piano disonantes en el zumbido de la ciudad, acordes malditos que nadie más parecía escuchar. El caso dejó de ser una investigación para convertirse en una obsesión. Una tarde mientras escuchaba You Lost Me de Christina Aguilera, porque esa música antigua de los 2000 le conmovía, el recuerdo de una caja en su armario, una que nunca abría, lo asaltó. No era una corazonada de detective, era el tirón de un recuerdo enterrado. Fue rápidamente al armario y la abrió con manos temblorosas. Dentro no había respuestas, solo más preguntas: una camisa blanca Saint Laurent, doblada con una pulcritud maniática. Un ejemplar del Marqués de Sade con pasajes brutalmente subrayados y un cinturón.
Necesitaba saber más. La sensación de un contenedor olvidado en las afueras de la ciudad lo arrastró fuera, conduciendo sin rumbo fijo hasta que vio un lugar, que aunque no recordaba, encontró extrañamente familiar. Forzó la cerradura oxidada del contenedor que sintió, escondía los últimos secretos. El contenedor era lúgubre, frío por dentro y olía a tiempo estancado. Y allí, bajo una lona polvorienta, estaban los artefactos del asesino. Su pasado.
Una vieja computadora con evidencias, sí, pero lo que lo rompió no fue un archivo. Fue una caja de fotos. La abrió y el rostro sonriente de Lana lo golpeó como una ola. Fotos de ella en ropa interior, radiante, viva. Y luego, otras. Fotos donde su sonrisa era una tristeza mal disimulada. Al fondo del fajo, había una última imagen. Una selfie de ambos. De Lana y de él, Dominick. En la foto, ella lo miraba con una mezcla de amor y miedo. Y él… él reconoció en sus propios ojos al monstruo frío y asesino que la voz de Lana le había descrito desde las páginas de su diario.
Cayó de rodillas, el aire escapando de sus pulmones en un sollozo ahogado. No era una visión, era un recuerdo y la tristeza lo inundó como si se hubiera roto una presa. La culpa, el asesinato, la arrogancia, el terror… todo se precipitó sobre él. La conciencia de Morgan no reemplazó a la de Dominick; en ese momento se fusionó con ella en un sólo paisaje de horror y desolación. Él era el detective y el asesino. La víctima de sí mismo. Morgan no recopiló la evidencia para la policía científica. Sabía que la ley, con su lógica fría, nunca podría entender que en realidad eran la misma persona, lo llamarían loco. El asesino, no pudo con la culpa y decidió transformarse a sí mismo en otra persona, eliminó sus recuerdos y alteró su ADN, técnicamente estaba muerto.
Regresó a su apartamento, se sentó en su escritorio y sacó un cuaderno nuevo y vacío. Abrió la primera página. Su confesión no sería un informe. Sería la última entrada del diario. Una que él escribiría. Para ella, su dulce Lana. Con la caligrafía temblorosa de un hombre que se ve a sí mismo por primera vez, comenzó a escribir.
“Lana… Soy yo. El monstruo que viste al final o lo que queda de él. El que te prometió un refugio y te arrastró al infierno. No hay tecnología que pueda borrar la mancha de tu sangre en mis manos. No hay ciencia que pueda silenciar tu voz, haciendo eco por mi universo. Creí que podía matar al pasado y renacer, creía que podría transformarme completamente en otra persona y así morir, sin morir. Pero tu memoria fue más fuerte. Tu amor y tu dolor me encontraron en la oscuridad y me obligaron a abrir los ojos, lo siento, ángel. No habrá un juicio para Dominick. Pero mi condena es esta: vivir cada día sabiendo que la única alma que alguna vez me vio de verdad fue la que yo mismo apagué. Mi castigo es recordarte. Recordarlo todo.”
“Soy yo, Lana. El asesino al que buscabas.”
Siguió escribiendo toda la noche, llenando cada página con la verdad, su voz finalmente uniéndose a la de ella en un testimonio eterno. Afuera, la ciudad futurista zumbaba con su indiferencia, pero dentro de esa habitación, un hombre estaba siendo sentenciado por un crimen que el mundo nunca podría probar. La justicia no vino de un juez. Vino de la tumba y escrita con tinta, dándole a la voz de una chica perdida el poder de hacer que su asesino la recordara para siempre o por lo menos lo que quedaba de la noche.
a las 10:56 am de la mañana siguiente, la comisaría recibió una llamada por una alerta de suicidio. El detective Morgan había decidido quitarse la vida usando un objeto bastante particular: un cinturón de cuero.


Franco se levantó de golpe, quedando sentado en la cama bañado en su propio sudor, Giorgia le puso una mano en el hombro y lo miró preocupada. -¿Pasa algo cariño? - Sonaba genuinamente preocupada por la única persona que realmente admiraba.
-Me pasó otra vez, estoy soñando con ese maldito economista, la piscina enorme y nadamos…no sólo nadamos, competimos pero no consigo ganarle al cabrón. Al final me sonríe con burla y yo lo observo, luego comenzamos a nadar otra vez y termino agotado en la mitad de esa piscina eterna, pero no puedo ganar al maldito alemán ese - Franco sonaba abatido, era tan competitivo que hasta sus sueños se frustraban cuando no ganaba en algo.
Gia, como la llamaba Franco con cariño, tenía el cabello castaño y ondulado, los ojos color vino granate, grandes y expresivos. Sus rasgos eran mediterráneos, . Llevaba puesta una pijama de seda Versace, específicamente una pijama corta Barocco de jacquard del año 2023. Su trabajo como directora de Marketing de la misma compañía le había llenado el guardarropa de prendas extravagantes y poco prácticas. Ella sabía bien que si fuera diseñadora, podría crear mejores vestidos, pero las pijamas no estaban mal e iba perfecto con su figura cuidada gracias a un estilo de vida fitness, testigo de una lucha interminable contra el paso del tiempo.

Franco, un escritor de 34 años, era cinco años mayor que Gia. Tenía el cabello crespo y oscuro, al igual que sus ojos. En varias ocasiones, sus amigos lo habían comparado con Milo Ventimiglia debido a su parecido físico, también le habían dicho en repetidas ocasiones que debía ir al gimnasio, ya que parecía una versión pálida y descuidada del actor. Había construido su estatus escribiendo literatura erótica y había escalado tan alto como su imaginación se lo había permitido.
El apartamento era un lujo tras otro. Ambos estaban en camino hacia la cima de sus carreras, pero se las habían arreglado para costearse el lugar de sus sueños. En la sala, se encontraba un piano que solo Gia sabía tocar, ya que Franco no era muy amigo de la música, sino más bien de la poesía y la pintura. Detrás del piano se podía observar una versión de “Schema Luminoso Variable R” de Grazia Varisco, una obra original valorada en 80 mil euros. Para Franco, era un orgullo personal haber adquirido la obra en la última subasta de la Biennale de Florencia.
Tal vez no sobra decir que Gia y Franco eran italianos. Por supuesto, eran menos pretenciosos y más ordenados que sus vecinos franceses. También eran conocedores de la buena pasta y el buen vino. Franco creció en la zona rural de Torino, y Gia nació y creció en Milano, la principal metrópolis de Lombardía.
Se conocieron en una fiesta en Sicilia. Habían ido a un concierto de Polo & Pan, un dúo francés de música electrónica con matices tropicales. Se sintieron atraídos primero físicamente y luego, después de hablar durante toda la noche lejos de la fiesta y con los pies en el agua fría del Mediterráneo, entendieron que sus personalidades encajaban muy bien. Ambos estaban destinados a conquistar el mundo y estaban dispuestos a pagar cualquier precio para lograrlo.
-Entonces, ¿estás decidido a no fracasar en esto de la escritura? - Preguntó Gia con una burla coqueta.
-No me veo haciendo nada diferente. Haría cualquier cosa para ganarme un lugar en este mundo. - Franco infló su pecho mientras pronunciaba esas palabras y miraba hacia ningún horizonte. La noche estaba muy oscura, sin luna ni estrellas, solo vio nubes que reflejaban las luces del concierto y un horizonte completamente negro.
-Cualquier cosa…jajaja, ¿Cómo que cualquier cosa? - Giorgia trató de contener la risa sin éxito. - Jajaja, ¿me estás diciendo que serías capaz de vender a un amigo, dañar una relación o acostarte con alguien?
-Todo lo necesario. “Non mi interessa i mezzi, solo i fini”, decía Descartes. - Franco estaba a punto de cagarse de risa, pues no recordaba la frase original.
-Ay, por Dios. “El fin justifica los medios”. - Remataba Giorgia mientras se quitaba una chaqueta cloquet de Lurex que la compañía había sacado para “verano”. La verdad es que daba calor y solo decidió utilizarla para el concierto. Si bien era cierto que una parte de ella, la más sensata, consideraba la prenda ridícula y pretenciosa.
El éxtasis hizo su efecto y la nueva pareja terminó teniendo sexo sobre la arena de la playa San vito lo Capo, comenzaron fantaseando que Giorgia era la editora en jefe de Marcovalerio Editore y Franco a quien no le interesaban los medios sino los fines, haría cualquier cosa para publicar su primer libro, luego una cosa llevo a la otra y les importó poco que a menos de un isolato, había un grupo de adolescentes, menores de edad, tomando la tercera botella de aguardiente de uva.
Se instauró de manera violenta una tormenta química en los cerebros de Franco y Giorgia. Se deseaban todo el tiempo, de manera adictiva, cayeron presos de un impulso poderoso por tenerse. Franco viajaba a Milano para buscar a su querida Giorgia. El sexo solo era increíble porque se habían conectado a un nivel mucho más profundo que el físico. Ambos entendían que la vida se trataba de hacer lo necesario, ni más ni menos. Eran egoístas y compartían todo entre ellos, cada vez más. Primero compartieron la cama de Gia, luego los desayunos y las cenas, luego compartieron la ducha de cada uno y rápidamente se encontraron compartiendo su morada. Escogieron un lugar amplio y sofisticado en un edificio residencial de Milano. Se sentían el uno al otro diciendo que no deseaban hijos, pero la verdad es que su intimidad decía justo lo contrario. Era más bien como si pusieran todos sus esfuerzos en conseguir una descendencia saludable. ¿Y por qué dos seres humanos pondrían todos los recursos en el mismo fondo? ¿Por qué escogerían un departamento con 2 habitaciones extra que jamás usaban? Eran honestos en todo excepto cuando el tema de los hijos llegaba a la mesa.
En el presente, eran una pareja exitosa que seguía ambicionando más en el mundo. Franco era un escritor conocido y Gia tenía un puesto importante en el mundo del diseño. Su talento era entender a los consumidores y liderar el departamento de marketing. Sus noches solían involucrar galas ostentosas de las que salían agotados y con ganas de refugiarse del mundo, el uno en el otro. Franco soñaba con el economista hacía ya varias noches. Lo único extraño es que eran esas noches precisamente en las que Gia lo abrazaba con más cariño de lo habitual, y Franco no lo entendía, pues una mujer como Gia rehuía la debilidad en los hombres. Franco se dio media vuelta en la cama, dando la espalda a su amada, y se dispuso a morfar.
-¿Qué ocurre contigo Franco, se te ha olvidado nadar?. -Comenzó el joven alemán con un tono retador, se pasó la mano por el cabello exhibiendo un corte típico de la época de la segunda guerra mundial. -Tienes que poner tu empeño en esto, no vas dejar que te gane la vida, que ocurre una sola vez, ¿o sí?.
Dicho esto el economista comenzó a nadar, dejando atrás a Franco, quien se impulsó con sus pies y comenzó a nadar frenéticamente para superar a su rival. Luego comenzó a escuchar el motor de un carro seguido de un pitido prolongado, abrió los ojos y estaba en la mitad de la calle, tuvo que saltar hacia el frente para evitar se atropellado por un auto, cayendo de bruces, se puso de pie como pudo y miró a su alrededor para reconocer el contexto, sin ver a nadie conocido. Llevaba un traje Ottavio Nuccio de raya diplomática que no usaba desde que presentó su segundo libro. “¿Pero qué mierda hago aquí?”, se preguntó Franco desconcertado. De pronto una dama desconocida lo tomó de gancho y comenzaron a caminar juntos mientras Franco la miraba tratando de reconocerla.
Bruna era una mujer de 24 años, cabello oscuro, 1.62 de estatura, aspecto latino, Franco la recordaba de una gala en la que se casó una amiga de Gia 1 año atrás, recordaba haber recibido algunas miradas seductoras de Bruna pero nada más que eso.

-¿Qué haces aquí Bruna, donde está Gia? - Franco miraba a ambos lados de la calle buscando a su amada.
-No creo que Gia sepa dónde estás Franco, ¿te estás drogando?, si es así deberías dejarme probar, pero sin excesos como tú. - Bruna sonreía de oreja a oreja y fue evidente para Franco que no era la primera vez que se veían a solas.
-¿Hace cuanto?…Este emm, ¿Sabes cuanto llevamos saliendo?. -Franco trago saliva imaginando que era un negroni fuerte y esperando lo peor.
-¿Qué puta pregunta es esa? -Dijo Bruna mientras soltaba el codo de Franco y giraba los ojos con enojo. - a ver, un año, desde el matrimonio de Bianca, ¿ahora te está dando alzheimer? Si es así házmelo saber y dejame la herencia del dinero tus libros - Concluyó Bruna con tono divertido y esfumando su enojo de golpe.
-No es eso Bruna, es que últimamente no soy yo mismo, me siento diferente eso es todo. -Franco acompañó a Bruna, hasta Capriccio Exclusive club Milano, dónde los esperaba un grupo de amigos de entre los cuales no reconoció a ningún amigo de Gia, sintió un gran alivio.
-Por qué no te diviertes Franco, ¿ya no te gusto?, ¿o te asusta la reunión en el palacio Ralph Lauren, te asusta conocer al gran Cavarella? -Decía Bruna con un tono dulzón y exasperante.
-Creo que me faltan otros 2 negronis - Respondió Franco distraído y fingiendo que bailaba. “¿Cual reunión en el palacio Ralph Lauren y quien carajos es Cavarella?” Se preguntó Franco confundido
Apenas pudo, se despidió apresuradamente de Bruna aludiendo un malestar estomacal y salió del club agotado. Respiró el aire fresco de Milano, tomó su teléfono y en lugar del conocido modelo Samsung que siempre usaba, sacó de su bolsillo un Huawei costoso que traía tecnología de IA de punta. Se sorprendió al ver que conocía el patrón aunque nunca lo hubiera usado. Vio 5 aplicaciones, Signal, la versión más privada de whatsapp; la famosa aplicación de trading E*Trade; una aplicación bancaria de JP Morgan Chase con 120 millones de dólares a su nombre; una aplicación llamada Wicked y una aplicación de Spotify con música que nunca había escuchado. Caminó un par de cuadras tratando de entender el significado de todo eso, finalmente se detuvo frente a un bar e ingresó.
Decidió entrar a la cuenta bancaria, jamás había recibido una suma equivalente por la venta de sus libros. Ingresó a una gráfica histórica de sus ahorros y vio como estos crecían y decrecían violentamente en el último año, con un máximo histórico de 280 millones de dólares. “¿Qué es todo esto?¿De dónde salió todo ese dinero?¿Por qué engañé a Gia, por qué no recuerdo nada?”. Franco comenzó a sentir un fuerte dolor de cabeza mientras estas preguntas inundaban su mente. Sintió un fuerte mareo y se apoyó contra un mercedes negro parqueado a su lado, comenzó a respirar hondo y a ver oscuro, cada vez más oscuro.
Una luz blanca matutina atravesó sus párpados.
-¿Quieres los huevos del desayuno revueltos? - Preguntó Gia mientras hacía uso magistral de su boca bajo las sábanas de la feliz pareja.
-No sé, me duele la cabeza Gia, tuve un sueño muy extraño…-Respondió Franco sorprendido por la vividez de su sueño y lo regalado que era su cuerpo.
-Creo que ya no sabes qué es en sí un sueño -Replicó Gia mientras se encaramaba encima de Franco.
-Sé que tenerte es un sueño hecho realidad. -Respondió Franco invadido por la culpa de algo que no hizo.
Franco estuvo distraído mientras Gia utilizaba sus mejores movimientos; el sueño del alemán, nadador y economista, ya era lo suficientemente extraño. Cuando ingresó a la ducha media hora más tarde, vio sobre el lavamanos el celular Huawei, esta vez junto al lavamanos. “Mierda, no fue un sueño”, pensó Franco aterrado; su corazón iba a mil. Lo desbloqueó y luego de navegar unos minutos, se sorprendió al ver que su contacto número uno en Signal era… Gia.
“Gia… ¿Por qué Gia? ¿Qué tiene que ver Gia en esto?”. Franco se sintió extraño al entrar a la conversación, pues no tenía claro si Gia había estado hablando con él o con alguien más. “Te extraño”, “¡Compré una botella de Giacomo Monterno!, te espero en el departamento”, “Te felicito por ese enorme éxito, eres increíble”. Franco leyó estos y otros mensajes de Gia en el celular Huawei. En primer lugar, se sintió extrañado, pues ese tipo de mensajes no eran habituales en su teléfono Samsung, Gia nunca le hablaba de esa manera. Se sentó sobre el borde de la tina tratando de entender el significado de todo lo que estaba descubriendo, se dio una ducha rápida y salió a la calle sin despedirse de Gia. Lo primero sería averiguar si este dinero le pertenecía; abrió nuevamente la aplicación del banco y, cuando se le solicitó la contraseña para confirmar el movimiento bancario, esta simplemente llegó a su mente. Sin haber utilizado nunca este patrón de números, Franco encontró naturalmente la secuencia sobre la pantalla del celular, sus dedos solo iban al número correcto. En su otro teléfono, apareció una notificación de 50 mil dólares transferidos desde la cuenta de Giacomo Rossi.
“¿Quién es Giacomo Rossi?” -Pensó Franco mientras extendía y apoyaba su cuello en la silla de una cafetería corriente, el café americano se enfriaba lentamente, esperando que las reflexiones de Franco llegaran a alguna conclusión lógica. Decidió investigar más a fondo la conversación paralela con Gia, sólo para descubrir que su compañera recibía toda clase de órdenes por parte del dueño del teléfono Huawei, el presunto Giacomo Rossi, era quien le pedía toda clase de cosas, le daba indicaciones estrictas para el vestuario, que podía comer en la tarde, que podía tomar y que no, Gia sólo obedecía como una esclava. El patrón de conversación era extraño pues solo hablaban cada 6 o 7 días, lo más extraño fue leer que Gia sabía de unas salidas de Giacomo con Bruna, aparentemente los había presentado, todo solo se ponía más y más extraño, Franco se tomó el americano frío, totalmente desconcertado y esperando lo peor.
Franco se levantó de golpe y quedó sentado en la cama bañado en su propio sudor, Giorgia le puso una mano en el hombro y lo miró preocupada. -¿Pasa algo cariño? - Sonaba genuinamente preocupada, casi creíble. Movió bruscamente el hombro para apartarla y se dirigió al espacio dónde solía escribir, se sentó de mal humor en su silla de trabajo y de pronto una idea le vino a la mente: “Tengo que revisar mi calendario, ahí podría estar la respuesta, si hay días en los que no hice nada y no recuerdo qué ocurrió…”. Se fue directo a su ordenador para comenzar una evaluación sistemática de sus actividades en los últimos 30 días, de pronto la voz de su consciencia lo interrumpió: “Franco que estás haciendo campeón, estás perdiendo el control, ¿y ahora dudas de toda tu vida?, así no eres tú, eres un ganador”…La voz no era extraña pues era habitual para Franco hablarse a sí mismo en los momentos de crisis, pero algo no cuadraba, nunca se había dirigido a sí mismo con palabras como campeón o ganador, fue directo al tocador y notó que Gia lo seguía con el paso lento y cauteloso de un depredador, no pudo ver su rostro pues el cabello le caía sobre la cara, siguió caminando al baño. Cuando se paró frente al espejo, la voz de su consciencia lo interrumpió de nuevo. “Debe ser esto del stress, el último libro está difícil de terminar, Gia jamás te ocultaría nada, ella es tuya”.
Franco se miró a los ojos en el espejo y notó una sonrisa leve en el lado derecho de su cara. Trató de enderezar sus labios, pero la sonrisa hizo caso omiso y se tornó más notoria. Progresó de manera involuntaria hasta ser una mueca que no transmitía ninguna forma de felicidad, más bien maldad, suficiencia y arrogancia. Cuando intentó cambiar su expresión, ya era tarde; no gobernaba su rostro. De pronto y sin proponérselo, se giró a la puerta del baño y la abrió para encontrarse a Gia, quien traía una mirada que Franco nunca había visto. Sus ojos brillaban de emoción; parecía una niña mirando directo al mejor regalo de Navidad que había recibido. Dio un salto, aterrizó en los brazos de Franco, quien, involuntariamente y como si fuera comandado por algo ajeno a él, la besó en la frente y la llevó al dormitorio. Una vez allí, la arrojó con fuerza a la cama y comenzó la intimidad que lentamente se transformó en un espectáculo de sadomasoquismo, que hasta entonces sólo ponía en sus historias. Intentó detenerse por miedo a lastimarla, pero era incapaz de controlar su cuerpo, y Gia, Gia parecía relajada y feliz, como Franco nunca la había visto.
-No tardes en volver, cariño…- Gia murmuraba cómo a punto de dormirse. - ya llevas mucho tiempo lejos, Franco…Franco…
De pronto volvió la voz de su consciencia; esta vez sonaba diferente, más grave, ronca y cargada de una violencia latente. “Sé que estás aquí, campeón. Sé que puedes verlo todo. A ver si aprendes algo de una buena puta vez, porque estoy cansado de observar en silencio mientras desperdicias todo: a Gia, tu talento, nuestro talento. Todo ese dinero lo hice yo cuando dormías como un bebé, porque siempre has sido demasiado blando para tomar lo que te pertenece.” Franco se quedó en silencio en su propia mente, se limitó a esperar que terminara el encuentro con Gia. Trataba de ignorar el placer que experimentaba su cuerpo al tenerla de esta manera, de una manera diferente a cualquier encuentro del pasado. Esperó hasta que todo acabó, con Gia jadeando en la cama y una enorme descarga de placer en su cuerpo controlado por una presencia extraña.
El cuerpo de Franco controlado por la voz de su consciencia, salió desnudo al balcón a fumarse un cigarrillo, entonces Franco comenzó a hablar.
-¿Cuánto llevas en mi cabeza? - Comenzó Franco con un tono serio y decidido.
-Querrás decir “nuestra cabeza”, cabrón. Si te refieres a eso, creo que desde los 8 años. Fuiste un niño abusado pero no lo recuerdas y yo aparecí como tu escudo; me necesitaste durante años para poder escapar. Sufrí la mayor parte del daño pero no me asustaba. Aprendí a no temer a nadie y me hice fuerte, mientras te limitaste a ocultarte.- Giacomo sonaba diferente mientras relataba todo eso a Franco. Su voz se suavizó y se cargó de una emoción amarga. En ese momento, Franco pensó que tal vez era lo único que podía sentir el invasor de su mente. -Me llevé la peor parte pero, ¿lo ves? ¡Dime que lo ves, mierda! Eso me hizo un tipo duro. Es increíble cómo el dolor te puede convertir en algo diferente.- Giacomo sonaba como un maníaco ahora.
-Tú debes ser Giacomo. Admito que se me ha hecho extraño tener tan pocos recuerdos de la infancia, pero no me consta nada sobre ese abuso que mencionas. Y no entiendo algo, ¿si viniste a protegerme, por qué ahora parece que quieres reemplazarme? -Franco veía el cigarrillo en su boca, el humo y la noche de Milano llena de luces en sus lujosos edificios, pero seguía sin poder controlar nada en su cuerpo. Se sorprendió por lo bien que se sentía fumarse un cigarrillo mirando a la ciudad.
-¿Y crees que no merezco una vida también? -Giacomo soltó una carcajada al mejor estilo del Joker de Joaquin Phoenix-. Después de todo lo que aguanté para permitirte una infancia normal, vine para usar el potencial de nuestro cerebro. Hice millones de dólares usando la misma cabeza que usas para escribir. Me he encargado de que Gia no piense jamás en dejarte, cabrón. ¿Y así me lo agradeces? Pregúntate de nuevo quién es el malo aquí. -Giacomo, quien de momento controlaba el cuerpo de Franco, se recostó en un sofá de cuero. Ambos sintieron el frío en la espalda con reacciones diferentes. De ser Franco quien tuviera el control, su cuerpo se habría tensado y le hubiera costado relajarse. A Giacomo le valió mierda.
-Gia estaba enamorada de mí de todas formas. No creo que tenga que agradecerte eso. -Franco dudó de sus palabras mientras las pronunciaba; comenzó con un tono suficiente y terminó con la voz hecha un hilo.
-Sí, la directora de marketing de Versace se muere por tu alma sensible de escritor, Franco. Siempre te mientes de manera tan descarada. Mira, campeón, esta es una discusión desigual, yo he visto todo lo que haces durante años, y tú apenas hoy te enteras de mi existencia. ¿Cómo lo pongo en palabras simples? Sé exactamente lo que quieres, y quieres lo mismo que yo, pero te da miedo tomarlo. Te asusta el poder que puedes llegar a exhibir al mundo. Tienes miedo de ser egoísta y exitoso. Te da miedo ser un monstruo pero en el fondo es lo que eres, no exhibiste ninguna forma de empatía por el abuso que tuve que soportar y que te ahorraste, toda tu bondad es una etiqueta. Por eso me necesitas, por eso te limitas a escribir tus fantasías y desperdicias todo tu poder. Estás jodido, amigo. Estudié economía mientras dormías; por mi tienes un título y ni te has enterado.
“Pero qué carajos, este tipo está totalmente loco”. ¨Pensó Franco antes de continuar la discusión, sintió una especie de admiración por lo que fuera que fuera Giacomo, pero rápidamente regresó el enojo con el impostor.
-¿Y te parece mejor hacer todo lo que haces? ¿Apostar, ganar y perder fortunas mientras juegas a entender las finanzas? ¿O ser infiel a Gia mientras enamoras a Bruna, una mujer que nada malo nos ha hecho? ¿Dónde están tus principios? ¿Dónde dejas las otras cosas buenas que tiene la vida, como el arte, por ejemplo? -Franco notó en ese momento que había distraído al economista lo suficiente para tomar el control de su mano derecha mientras hablaba.
-No te has enterado, ¿verdad? o tal vez has estado negando como un imbécil lo que leíste en el teléfono millonario. Las dos lo saben y son felices así, cuando eres dueño de tu oscuridad los límites tradicionales de todo, ¡de todo!, se borran, es más probable que te dejen por idiota o sumiso a que lo hagan por ser alguien que toma todo lo que quiere y no teme decir la verdad. Te perdiste el entrenamiento, llegas tarde, como 20 años, ¿y ahora crees que soy tu perdición?. No me hagas reír Franco, buenas noches, mediocre.
-¡Espera! ¿No sería mejor que trabajemos como un equipo? -Franco sonaba desesperado, pero tenía una idea.
-Solo quieres negociar porque no puedes eliminarme de tu mente, bastardo.
-Y me estás escuchando porque tampoco puedes eliminarme, canalla. -Franco notó cómo apareció una sonrisa en su rostro y no supo a ciencia cierta quién de los dos sonreía. Sospechó, por un momento, que era de ambos.
-Bien, como quieras, el poder es tuyo entonces, a ver que haces. Tenemos una reunión de negocios con unos inversores en una hora. No seré la voz en tu cabeza, solo quiero ver cómo lo haces. No son gente fácil de tratar; no será sencillo. Si cierras este acuerdo, consideraré la opción de trabajar como uno solo.
Franco notó que podía mover sus piernas. Se puso de pie y fue directo a vestirse. Gia estaba dormida en una posición extraña, como la gente cuando se pasa de tragos. Sabía instintivamente qué hacer: vistió con el algodón de Valentino Garavani, un blazer azul marino de estilo militar Alexander McQueen y, mientras se miraba al espejo, comprendió algo extraño. Su ropa combinaba la elegancia con la seriedad de un atuendo militar. Entonces lo supo: iban a la guerra.
Cuarenta minutos más tarde, Franco se encontraba frente al Palazzo Ralph Lauren. La fachada era de roca, con columnas de mármol flanqueando el arco de la entrada, al mejor estilo de los buenos tiempos romanos. Había una vegetación frondosa a ambos lados de la entrada, el lugar tenía un gusto increíble. La seguridad del edificio requisó levemente a Franco y lo saludó: -Buenas noches, señor Giacomo Rossi-. Franco sintió algo de envidia. “¿Dónde más se habrá metido este tipo?”, pensó. Ingresó al palacio y apreció detenidamente la arquitectura greco-romana combinada con un estilo moderno.
El lobby era lo contrario a lo que esperaba ver: parecía como entrar a la casa de algún tipo rico en Nueva York. Nada combinaba. Había un escritorio con toda clase de artilugios, una estatua de un perro sabueso aterrizando de un largo salto. Había tres sillones de cuero, todos de color diferente. El más agradable era uno color marrón, pero poseía cinco cojines con motivos y tejidos diferentes. Solo las lámparas seguían un estilo uniforme. Las paredes, la mejor parte, eran interrumpidas por cuadros de diferentes tamaños. La mayoría de ellos eran pinturas de perros en cacería o caballos con jinetes de polo. Había un par de retratos que Franco no pudo reconocer. Junto al escritorio y apuntando a la ventana había un telescopio de oro, y a su lado, un astrolabio. Podría valer la pena aclarar que cada uno de estos lujos obedecía a un objetivo: la élite ama la cacería, el polo, la navegación y decora sus hogares de manera diversa. Todo para transmitir un mensaje: “No buscamos agradar a nadie, buscamos disfrutarlo”. Miró al techo y apreció un par de lámparas doradas que brindaban una luz cálida y precisa a la habitación.
Algo se sentía diferente en Franco, apreciaba el arte de una manera más fría, lo que realmente le daba curiosidad era que clase de personas estaba a punto de conocer, la capacidad de dominación que ostentaban, la que el hasta entonces sólo ponía en su literatura erótica.
-Lo importante es el mensaje y más que el mensaje, es el poder- Se dijo Franco en voz baja mientras se despedía de su reflejo en un espejo de oro y avanzaba a las habitaciones del interior.
Sabía a dónde tenía que ir, aunque no recordara haber estado allí. Pasó por una habitación completamente diferente, esta parecía más bien una habitación de la casa blanca, las paredes eran blancas y tenían pequeños cuadros mucho más sencillos y menos ostentosos que los del lobby, había un sofá y 2 muebles del mismo color y motivo, todo mucho más uniforme, menos lujoso. El mensaje de esta habitación era claro porque combinaba la estética de una oficina con la de la sala de cualquier hogar promedio, el mensaje era: “aquí venimos a trabajar”. Avanzó hasta una zona mucho más recóndita de la casa, hasta que encontró nuevamente a alguien de la seguridad.
-Señor Rossi. - Lo saludó un tipo de aspecto germánico, de aproximadamente 1.90 mts y lleno de tatuajes de dudoso origen.
-Buenas noches Sverker, ¿ya tenemos aforo completo? .- Respondió Franco tratando de sonar como Giacomo y fracasando en el intento. Sverker lo miró con el ceño fruncido y asintió.
El interior del campo de batalla, era una habitación de paredes completamente negras, había una chimenea, 6 sillones, 5 vasos de whisky en una mesa y 5 tipos con expresiones serias e indiferentes, discutían algo sobre la recesión que se aproximaba.
-Caballeros - Comenzó Franco, mientras dejaba su abrigo y se dirigía a su sillón a paso largo y tratando de verse tranquilo. - Gracias por atender a la reunión.
El más viejo de la reunión, Giovanni Cavallera, era un hombre de alrededor de 70 años, tenía una calvicie avanzada, con bordes de cabello canoso a ambos lados de la cabeza, una mirada oscura y audaz que por momentos parecía transmitir desagrado y una barba bien cuidada, de tono gris. Su ropa era elegante pero de trabajo, como quien ha pasado muchas décadas en la oficina de la gerencia de una gran compañía. Se quedó mirando fijamente a Franco con la cabeza levantada, como esperando que dijera algo más, cómo si lo mirara desde arriba y como si supiera mucho más del mundo. Respiro profundo y rompió el silencio con una voz muy similar a la del actor Michael Christofer.
-Se trata de esto, Giacomo. Venimos hasta aquí para escuchar tu propuesta de negocios, no a perder el tiempo.-Cavarella se acomodó en su silla y dio un rápido vistazo al reloj que traía en la muñeca.-¿Qué quieres hacer?.
Franco tomó 5 segundos para organizar sus ideas, dio un sorbo al whisky que acababa de servirse, sintió el ardor amargo bajando por su garganta y supo que tenía que decir.
-Vamos a hacer algo grande señores, se aproxima una gran recesión económica y es nuestro momento de ganar más poder, requiero su capital y su confianza. Ya les he mostrado lo que puedo lograr y es tiempo de que todos ganemos, podemos invertir, comprar acciones, liquidar compañías y multiplicar ese capital por 10 a 20, en un lapso de 2 años.
-¿Y para tí que hay además de multiplicar tu fortuna?, ¿Quieres ser la persona más poderosa en la habitación acaso?. Puedes contarnos a todos, ¿qué es lo que realmente deseas?, Giacomo, porque el poder tiene un enorme precio y no es reunir a un montón de viejos para que hagan lo que deseas.- Concluyó Cavallera, acomodó el saco de su traje y cruzó los brazos y piernas con la misma mirada altiva clavada en Franco, el lenguaje corporal de los demás sujetos imitó al del evidente líder.- La política, Giacomo, es para marionetas.
-Para mí, hay algo más trascendente: aprovechar la crisis nos daría acceso a un nuevo nivel de poder económico. Podríamos seguir trabajando juntos y luego… -comenzó Franco. Una de las personas asistentes a la reunión se puso de pie y encendió un tocadiscos antiguo. Puso a sonar las piezas Gnossiennes 1-6 de Erik Satie. - y luego…
-Y luego nos dirás que ya fue suficiente y que deseas retirarte. Buscarás otras élites para expandir tu poder. Verás, Giacomo, no es fácil decir esto, pero creemos que te falta lo necesario. Saber predecir las crisis económicas que nadie ve venir es un don; no hay duda de eso. Pero no estamos en la cima por ser genios matemáticos. Hay que saber jugar al poder y no es un juego para lobos solitarios. Cuando te comportas así, luces como un principiante y nos avergüenzas. -Cavarella recibió un libro de uno de sus asistentes, se llevó a la cabeza unas gafas Cartier panthere que reposaban en su cuello y comenzó a leerlo- “Está pues en el deber de los hijos del supremo arquitecto cuidar de sus hermanos, ayudar a aquellos que lo necesiten. Se considera un detractor de la masonería libre a todo aquel que emplee el poder de la logia para alimentar nada más que sus ansias de poder y aquel que use de esta forma a la hermandad merecerá ser sacrificado por sus hermanos más cercanos”. Este es el cuarto libro prohibido, Giacomo. ¿Lo habías leído alguna vez?
Franco pensó en el pasaje que acababa de leer Cavarella, pero nada vino a su mente.
-Desconozco ese pasaje. Pero ahora que entramos en materia, Cavarella, aprovecho para dejar en claro que estoy en contacto con un orden superior…-Recuerdos de conversaciones de Giacomo inundaron la mente de Franco, para poder continuar. -…Los iluminados de Baviera apoyan mi campaña y se me ocurre que eso debería ser suficiente para conseguir tu apoyo.
-¡Los iluminados de Baviera fueron exterminados hace 2 siglos! -La voz anciana de Cavarella se elevó hasta exhibir el poder que ostentaba- Y fue necesario desmantelarlos porque, al igual que tú, creían estar por encima de todos, incluida nuestra hermandad intelectual masónica. Jugaban al poder de manera soberbia, como tú lo haces, y pusieron en peligro a todo el orden establecido. Si ese es tu objetivo, preferiría verte perder a ganar yo mismo. -Sentenció, retomando la compostura mientras se acomodaba el traje nuevamente.- Además, Giacomo, no existe evidencia alguna que te soporte, los illuminati no dejaron ninguna clase de legado, nada que hagas ahora me haría cambiar de opinión.
-¿Ni siquiera traer a Klaus Weishaupt? - Franco dijo esto sin pensarlo, entonces en su mente se dibujó la cara del economista alemán al que no conseguía ganarle.
-Klaus Weishaupt no es más que un pseudónimo que vienes usando hace varios meses, mejor dinos a todos, ¿Giacomo o Franco, o tal vez Weishaupt?, ¿cómo debería llamarte?. Porque honestamente ya no sé con quién estoy tratando.-Los otros asistentes a la reunión se removieron incómodos y murmuraron al unísono, de manera incomprensible y entre ellos, Cavarella continuó- Tienes el talento para hacer millones y tomar ventaja de cualquier crisis, pero estás loco por poder o de nacimiento, y no quiero averiguar la respuesta cuando nos hayas utilizado a todos para conseguir lo que sea que quieras.
Franco se quedó sin palabras tras las revelaciones de Cavarella, pensó en silencio unos segundos tratando de encontrar el camino para salir del laberinto construido por las palabras del masón. Acto seguido la puerta trasera del salón se abrió lentamente, dejando entrar la luz de otra habitación y el mítico alemán teóricamente experto en natación, entró con un aire solemne, dejando a Cavarella y sus colegas atónitos.
-Me presento, mi nombre es Klaus Weishaupt, descendiente de Johan Adam Weishaupt, el fundador de los illuminati. Estoy aquí para demostrar mi existencia que, por lo visto, parece imposible de creer y para negociar contigo Cavarella.
-Sorprendente-Murmuró Cavarella y luego hizo una pausa, como buscando las palabras para continuar-…Después de todo eres real Weishaupt - Se dio cuenta que agarraba con fuerza los apoyabrazos del sillón, se cruzó de brazos nuevamente y dirigió su mirada altiva a Weishaupt - ¿Cual es tu propuesta, muchacho?
-Estuve tejiendo una red de alianzas en América todo este tiempo, tenemos el apoyo de la multinacional BlackRock y sabes bien lo que eso representa. Los blackwell y Rothschild están de acuerdo en la necesidad de reestructurar el poder a escala mundial, sobre todo quieren establecer una red de alianzas con los multimillonarios rusos, por el bien de todo occidente. Eres consciente de la manera en la que Obama y Trump fallaron en el intento. Para que este esfuerzo sea efectivo, es preciso un esfuerzo mancomunado.
Cavarella sacó un puro de su bolsillo y se dispuso a encenderlo, luego respondió mientras el humo emanaba lentamente de su boca.
-Supongo que tienes la intención de hundir a los monopolios chinos, antes de que consigan instaurar un nuevo orden mundial, pero, ¿a dónde se ha ido tu espíritu illuminati, Weishaupt?. No percibo un aura revolucionaria, menos aún si tu intención es perpetuar el poder de los grandes conglomerados americanos y aliarte con los más sucios dueños del mundo. -Cavarella esbozó una risa irónica y totalmente fingida. - Durante la breve existencia de la orden creada por Adam, tu ancestro, solo se dedicaron a infiltrar a las logias masónicas y promover revoluciones, la misma revolución francesa se adjudica a los desquiciados que dejaron la masonería para irse con los iluminados, ¿de dónde viene entonces tu ansia de perpetuar el poder tal cual existe?
-Esta es sólo la fase inicial de un plan mucho más grande, usaremos su propio poder para derrocar a los…
-¿Para derrocarlos, dices? Tienes la intención de decapitar a las corporaciones más grandes del planeta, ¿uniéndote a ellas? -Cavarella mordió el puro mientras sonreía - Quieres hacer una revolución parasitando al monstruo económico más grande y peligroso del planeta, ¿y además sobrevivir para ver amanecer un mundo mejor?. No me hagas reír Weishaupt, es difícil de creer que quieras ahora, venir a iluminar el entendimiento con el sol de la razón, uniendote a las personas más viles y adictas al poder.
Weishaupt miró con desdén a Cavarella, para luego sacar una pantalla delgada de su bolsillo y enseñarla, la imagen mostraba varias gráficas que evolucionaban en tiempo real, con colores verdes y rojos indicando grandes movimientos bancarios.
-Estas son las cuentas principales de los conglomerados de BlackRock y Rothschild, gracias a la informática hemos accedido y parasitado los sistemas de estos miserables animales, con un movimiento de mi mano puedo destruir todo el capital de estos tipos, pero sería más razonable utilizar su poder para establecer la hegemonía de la razón. Y somos muchos más de los que crees, Cavarella, hemos infiltrado la mayoría de logias del mundo y ahora mismo eres el último gran alfil de la masonería libre que sigue sin colaborar, lo quieras o no, encendimos la llama de la revolución francesa, y ha llegado el momento de encender una nueva llama, una que consuma a todas las grandes élites y termine de liberar a la humanidad. De cualquier manera, no necesitamos tu capital, esta reunión se trata de forjar una alianza con toda la logia europea. Te daré 21 días para pensar en la decisión, para el solsticio de invierno deberás tener claro si nos vas a ayudar a iluminar el mundo, o por el contrario, te vas a interponer. Con respecto a tí, Giacomo, si tu principal interés sigue siendo el dinero, puedes colaborar para reunir el capital que desees y tomar tu justa parte del trato, pero honestamente me cae mejor esa contraparte tuya de la que tanto me has hablado, la que aprecia el arte y las cosas valiosas de la vida, la que puede ver la luz, me refiero a Franco.
-Me tomaré el tiempo de pensarlo, Weishaupt- concluyó Cavarella antes de dar un largo trago a su whiskey.
-Y en caso de aceptarlo, tu primera misión será acabar con el Opus Dei y los jesuitas, todos sus bastiones están en europa y me parece que ya han retrasado demasiado la iluminación de la humanidad. Es necesario acabar con todos.
-¿Con todos? Ya no me cabe duda sobre tu ascendencia, traes las mismas ambiciones maniacas de Adam. Pero me surge una duda, ¿Por qué usar nuevamente a la masonería?
-Porque son los únicos que se acercan a entender el propósito de los iluminados, lo hicieron hace 200 años y lo harán ahora, la ilustración y la admiración por el divino arquitecto, son lo que los hace susceptibles a buscar un despertar más profundo, ¿no es así?, en ese entonces hicieron el trabajo que se les encomendó, acabaron las monarquías europeas, redactaron la constitución de Estados Unidos y liberaron a América…todo por iniciativa de los iluminados, pero siempre encontramos su colaboración más que necesaria.
Weishaupt se dió media vuelta y abandonó la habitación, dejando tras de sí un silencio sepulcral.
Franco se puso de pie cómo pudo y tomó asiento mientras se servía una copa de whisky para calmar sus nervios, estiró las piernas, miró de reojo a Cavarella y ambos respiraron aliviados. La aparición de Weishaupt ocasionó la misma mezcla de conmoción y extrañeza a ambos. El tipo poseía un aura poderosa, la que logran exhibir aquellos que están dispuestos a cambiar el mundo o reconstruirlo desde las cenizas. Ambos se pusieron de pie dispuestos a abandonar la habitación. Los magnates amigos de Weishaupt les siguieron.
-No deberías creer todo lo que te diga Weishaupt - Cavarella sonaba abatido y a Franco le pareció que trataba de encontrar en él un aliado. - Los illuminati son incendiarios, anarquistas, solo quieren invertir cualquier orden y ponerse en la cima de lo que sea que quede del mundo. No temo a que el mundo cambie, pues he vivido lo suficiente para verlo cambiar en todas las direcciones. Lo que me asusta es esa combinación de genio y megalomanía en la misma persona.
-Honestamente no creo que haya mucho que hacer para detenerlo Cavarella, creo que Klaus se atrevió a venir a convencerte en persona, porque eres la última ficha del rompecabezas. Es tu decisión al final…el clima está cambiando, tal vez nosotros también deberíamos.
Franco se dió media vuelta para irse a descansar, sentía cómo si no hubiera dormido en 3 días, demasiadas revelaciones para una sóla noche, ayer era un escritor de novela y poesía erótica y hoy era parte de una revolución encabezada por un megalómano brillante y manipulador, del cual nadie conocía sus verdaderas intenciones.
Al llegar al departamento encontró a Gia acurrucada en el sofá, vestía una pijama tipo body barocco con trazos dorados que acentuaban su figura. Franco hasta entonces ignorante de sus verdadera capacidades, se sintió extrañamente dueño de Gia, algo que no había sentido en mucho tiempo, se acercó a ella, deslizó su mano bajo la cabeza de su amada, como trazando caminos entre su cabello y la levantó suavemente hasta que estuvo sostenida por los brazos de Franco. Sintió como si llegara a casa después de un largo viaje y por fin pudiera saludar a quien en el fondo siempre fue su dulce niña. Gia abrió los ojos, lo recorrió con la mirada tratando de identificar, dudó unos segundos, “¿es una mezcla de los dos?”, se preguntó confundida, luego Franco sonrió con las dos mitades del rostro y Gia sintió algo que había olvidado que podía sentir por él.
-Volviste, en serio, ¿estás de vuelta cariño? - Los ojos de Gia se inundaban de lágrimas mientras reconocía en su esposo al soñador que la enamoró en una playa de Sicilia.
-Sí, estoy de vuelta. -Contestó Franco con la expresión seria y la voz firme, y mientras repasaba todos los rasgos de Gia, encontraba algo precioso en ella, algo infinitamente más valioso que el oro, el mundo y sus revoluciones. - Eres lo que mejor aprecio del mundo, es cómo si fueras mi descendencia, eso no te convierte en mi sangre, pero es algo similar.
-Lamento admitir que te amo, en todas tus versiones - Replicó Gia sonriendo mientras lucía ligeramente apenada y ruborizada.
Franco embargado por una combinación extraña de nostalgia, celos y deseo, se lanzó sobre Gia para hacerle el amor de una forma que jamás, nadie, lo había hecho. La combinación de emociones que experimentaba generó una tormenta perfecta. El resto fue la consecuencia necesaria. Para desgracia de Gia, el Franco que conoció no estaba devuelta, jamás lo estaría, podría argumentarse incluso que nunca existió.
Al día siguiente mientras veían las noticias de la mañana, Franco experimentó un vacío en el estómago al ver una noticia espeluznante: Las casa de gobierno de todos los presidentes del G8 y el BRICS habían volado en pedazos: la casa blanca, Zhongnanhai, el Kremlin, el palacio de Buckingham, el palacio del elíseo, 10 Downing street y el palacio de Alvorada en Brasil. 10 jefes de estado muertos a las 5 am por brutales explosiones en cada casa de gobierno. La revolución de Weishaupt había comenzado, tomó el teléfono Huawei dónde había 10 llamadas perdidas de números extraños y en una aplicación llamada Wicked había 2 mensajes autodestruibles.
“Comenzamos sin tí Giacomo”.
“haz tu parte antes del medio día o serás enemigo declarado de la revolución”.
En ese momento Franco sintió una necesidad poderosa de ceder el control a Giacomo, quien replicó de ese el fondo de su mente: tranquilo, lo tengo bajo control, escúchame atentamente: era necesario permitir que Weishaupt comenzará la ejecución de su plan, sólamente el caos provocado por alguien así abre una ventana de tiempo perfecta para convertirnos en el único rey de la colina, esta vez vamos a tener que romper algunas cabezas y eliminar a varios cabrones..
Final de la parte 1.


-Arruinaron el juego Mariana, ese fue el problema con el internet y las redes sociales. Nadie tenía la cabeza preparada para eso, tu fuiste víctima de ese cambio. - Mike le acomodó el cabello a Mariana detrás de la oreja mientras pronunciaba esas palabras.
-Lo recuerdo bien, fueron tiempos extraños. Nada salía de acuerdo a lo que se planeaba. ¿Crees que por eso decidimos abandonar esos espacios? Mariana tenía una voz dulce y maternal. Su cabello castaño estaba recogido y sus rasgos eran delicados. Vestía una blusa azul cielo con un hoodie gris de cremallera abierta, dando la impresión de que iría a trotar más tarde. Mientras hablaba, giraba una pequeña cuchara en una taza de café.
-¡Obviamente!, ¿quién quiere vivir en un mundo así de aburrido? No hay profundidad en esos espacios, porque muy pocas personas se dedicaron a mostrar su realidad. Entonces, la gente se encontró inmersa en un mundo de fantasías: nadie veía la realidad de nadie, solo la fantasía, la proyección. Y no hablo de la fantasía genuina, más bien de la que cada quien creía que le haría más atractivo.
-¿Pero por qué invertiría todo el mundo en eso? -Mariana miraba al lado izquierdo de la mesa, tratando de encontrar las palabras correctas - ¿No crees que de pronto, el mundo estaba siendo infeliz por ser tan deshonesto, qué la fantasía nos hizo más miserables a todos?.
-Ser deshonesto es una fuente de infelicidad pero tal vez no la más importante…hay algo más que debes aprender y es que…
El bar de aspecto moderno dónde compartían comenzó a deshacerse de a poco y la imagen se tornó borrosa hasta dibujarse un cuarto de máquinas típico de escena futurista.
La voz de Mike cambió a una versión robotizada y monótona - ¿Qué ocurre? - Aunque su voz era artificial, se notaba un tono de impaciencia.
En la habitación, un hombre observaba un holograma con el cuerpo de Mike y la ropa que había llevado a su cita con Mariana. La habitación era el hardware de una computadora que albergaba la mente de alguien que tuvo la idea de trascender al cargar su conciencia a un espacio virtual. Mike era la consciencia digitalizada de alguien que había dejado de vivir 80 años en el pasado.
-Mike, hay unos de sus descendientes que quieren verlo para consultarle algo, son los dos jóvenes que serían nietos de sus nietos. -Dijo el mayordomo de Mike.
-¡Que entren!, no me gusta hacer esperar a mi familia.-El holograma de Mike cambió su atuendo por uno deportivo.
Por la puerta entraron dos jóvenes. Uno, Julio, tenía unos 20 años y vestía al estilo de 1945, el año que terminó la Segunda Guerra Mundial. Su ropa consistía en una camisa blanca, corbata, un jersey café de punto redondo y pantalón negro. Su cabello peinado hacia atrás completaba la perfecta imitación de un académico de Oxford de 200 años atrás. El otro, Sean, de 30 años, lucía más atlético y vestía la clásica pinta de Marty McFly en Volver al Futuro: chaqueta de cuero y aspecto rebelde.
-¡Abuelo Mike! Es un placer verte,¿te interrumpimos?- Sean era jovial y sonaba medio de broma todo el tiempo.
-De hecho sí, par de entrometidos, estaba repasando el día que conocí a la abuela de su abuela y creo que ya entiendo en dónde fallé.-El holograma de Mike se encogió de hombros como admitiendo un error.
-¿Por qué dices que fallaste? ¿Acaso no te casaste con ella? - Julio hablaba despacio, como reflexionando cada palabra, su ropa hacía juego con su personalidad.
-Así es, ahí fue mi error. Me casé joven y tuve hijos, y por eso ahora estoy aquí, recibiendo a mis bisnietos.
Hubo una pausa y todos se echaron a reír.
-¿Qué preguntas traen hoy mis descendientes menos ingratos? - Mike sonaba cómico, por algún ajuste de la máquina que le daba vida a su consciencia.
-Me gustaría tener más éxito con las mujeres- dijo Sean, desviando la mirada, claramente incómodo.
-y yo necesito mejorar mi disciplina - Dijo Julio con el mentón bien arriba y la mirada altiva que lo caracterizaba.- Pensé que tu con el galardón que posees, debes saber todo sobre la disciplina.
-Creo que han confundido sus preguntas. Sean, tú eres el rebelde; deberías enfocarte en la disciplina. Y Julio, el estudioso, debería interesarse más en las relaciones. ¿Por qué quieren mejorar en lo que ya son buenos?
Sean tomó la palabra -Si quisiera más disciplina le pediría a Julio unos tips de concentración y enfoque, ¿pero qué podría preguntarle sobre las mujeres? - Dijo mientras se acomodaba el peinado para seguir luciendo atractivo.
-Te sorprenderías - Replicó Mike - contrario a lo que podrías pensar, Julio está enfocado en su futuro y eso le ha dado mejor resultado con lo que a tí más te importa.
Julio se removió incómodo, se hizo evidente que no quería entrar en esa discusión con Sean. Mike encontró cómica la situación y decidió continuar.
-Pero Julio tiene cosas que aprender de ti Sean, tu sabes tomarte tu tiempo y relajarte, sabes perseguir tus instintos, Julio vive pensando en hacer solamente lo que cree que lo hará feliz y rico, vive para intereses externos a él, no sé porque me buscan si todo lo que les falta es justo lo que el otro tiene, para ser hermanos, les falta reconocerse un poco más. Ahora continuaré en mis sueños, nos vemos en una semana para ver cómo les fue aprendiendo a ser como el otro.
Julio y Sean desaparecieron literalmente de la vista de Mike.
Colombia 2028
Se dibujó el mando de una avioneta que volaba a pocos metros del agua de un enorme río, el agua era oscura y a ambos lados había montones de vegetación espesa. Sonaba una canción en un equipo de sonido improvisado, Tuyo de Rodrigo Amarante, la vista era un espectáculo y el calor era compensado por el pago de apreciar la espesura del bosque, el peligro de caer en el agua y quedar perdido en ningún lugar, todo este escenario era excesivamente estimulante para Mike, era embriagante, era estar vivo, también era 2028 y el calentamiento global ya hacía de las suyas, pero el mundo aún era un lugar lindo para vivir. La canción comenzaba a hablar: ”Soy el fuego que arde tu piel, soy el agua que mata tu sed, el castillo la torre yo soy, la espada que guarda el caudal…”. El río se acercaba peligrosamente a la avioneta, ¿o era al revés? y Mike tuvo la sensación de que estaría bien morir en un lugar así, viviendo así, quería saltar y nadar con los delfines rosados y ver una anaconda, quería devorar la selva. La misión era clara: robar varios especímenes de plantas que se sospechaba iban a ser claves para encontrar nuevos tratamientos para el cáncer, bastaba con escoger las correctas y el mundo se haría un lugar mejor, había investigado las rutas del narcotráfico Colombiano y Brasilero para encontrar la manera de viajar sin ser detectado y resultó que la mejor manera era serpentear sobre el amazonas a escasos 4 o 5 metros del agua.
-¿Estamos cerca amigo? - Mike hablaba un español perfecto pues su padre era Uruguayo, aunque decidió llamarlo “Mike” en honor a un boxeador famoso de finales del siglo 20.
-ya estamos llegando parce, pero no se me vaya a asustar que por aquí hay guerrilleros y varios grupos armados, además que la armada colombiana da vueltica a veces para buscar a quien darle de baja.
-¿y cuantos tiros te meten por sacar plantas de la selva? - Mike bromeaba con el piloto mientras destapaba una cerveza.
-Aquí nunca ha venido nadie a hacer eso, usted es el primero, cuando lleguemos a la pista se esconde en ese contenedor de atrás para que no lo vayan a pillar.
Llegaron a la pista y Mike hizo todo como se lo explicaron, logró escabullirse lejos de la finca que estaba asociada a la pista, pagó una buena suma de dinero por el anonimato. Tardó 10 días en reunir los especímenes que necesitaba, vio toda clase de animales en la selva pero ninguno se metió con él, tuvo la ilusión de que sabían que no iba a hacer lo mismo que los militantes de la zona o que tal vez ya le tenían miedo a las personas. Se dejó embriagar de todos esos recuerdos, se sumergió en el Amazonas un rato porque no pudo hacerlo cuando vivía.
Avanzó 10 años al futuro: la previa de la gala de los premios Nobel. Ese año, el premio de medicina le correspondía a Mike por haber logrado alterar con IA las moléculas bioactivas de las plantas amazónicas, transformándolas en 3 poderosas moléculas quimioterápicas. El resultado fue un descenso evidente en la mortalidad por 6 tipos de cáncer. Pero no había viajado a esta época por el dichoso premio, sino para pasar un rato con Martín, uno de sus mejores amigos, el mejor químico que había conocido y que Mike disfrutaba llamar: El alquimista. Tenía preguntas que hacerle a este recuerdo. Más tarde sería el turno de Olivia, una doctora española y la oncóloga que acogió primero sus propuestas farmacéuticas.
Vienna 2034.
Se encontraban en el lobby del Hotel Sacher Wien, con el peso de la historia sobre sus hombros. El lugar era de una elegancia imponente: combinaba el rojo tapiz de la alfombra y los muebles con el café madera oscuro de las paredes. La luz, administrada por lámparas doradas, permitía el paso de una iluminación precisa para una conversación profunda. La luz del imperio austrohúngaro se sugería en cada detalle de la decoración, dando la impresión de haberse forjado como un lugar aislado del mundo, que no recrea nada de lo que ocurre en otros lugares. Más bien, a los huéspedes los envuelve un sentido de aristocracia, el mismo que trataba de preservar Anna Sacher cuando en algún momento de la historia prohibió la entrada a todo aquel que no perteneciera a la nobleza o la realeza.
Mike caminó por el Grûne bar, con su concierto de verdes y dorados, hasta encontrar a su viejo amigo Martín. Ordenaron dos cocteles Green Martini.
—Martín, hay algo que me tiene pensando últimamente, yo tomé solo 20 especímenes de una zona muy específica y luego logramos obtener 3 moléculas importantísimas. ¿No crees que debería volver al Amazonas y traer más plantas? — Mike tenía un puro en la mano y saboreaba el tabaco de la Habana en su boca mientras observaba con cuidado a Martín.
—Puede ser, es posible, no lo sé, sería mucha coincidencia que hubieras aterrizado justo donde había las únicas 3 moléculas útiles de semejante selva. Pero ya no tienes 30 años y la última vez te metieron un disparo en la pierna cuando intentabas regresar. ¿Crees que vale la pena volver? ¿No recibes hoy un puto Nobel? — Martín se rascaba la cabeza confundido, intentando entender a Mike.
—No es por el premio, es cambiar el futuro de tanta gente. ¿No te habrás olvidado de la causa de muerte de mi madre, Martín, o sí? ¿Sigues consumiendo opio? Pensé que lo habías dejado. — Mike sonaba genuinamente preocupado por su amigo, aunque la respuesta tuvo un poco de venganza.
—No he vuelto a caer en el opio, y traerlo a colación hoy, con la ansiedad de esta ceremonia, no me ayuda en lo más mínimo. ¿No has probado el vino de Córdoba que te traje?
—Lo voy a destapar con Olivia, quiero probarlo en un momento especial.
—¿Sigues consumiendo mujeres? Pensé que ya habrías dejado esa adicción.
—La superé, pero Olivia es diferente. — Mike levantó un dedo de la mano derecha para puntualizar la diferencia invisible.
—Si me pagaran un euro por cada vez que te escucho decir eso, sería más rico que tú luego de recibir el premio!
Se echaron a reír. Martín había sido clave en la investigación de las propiedades farmacéuticas de las plantas amazónicas porque poseía un laboratorio de punta, completamente independiente de las mafias farmacéuticas, que habían tratado de tenderles toda clase de trampas y obstáculos durante años. Hablaron de la vida. Mike mencionó que no tenía intenciones de morir simplemente, que soñaba con copiar su mente a una máquina para seguir viviendo. Martín lo miraba confundido, aunque era más bien raro que no tuviera esa mirada al hablar con Mike.
Luego de un par de horas de conversación, interrumpida por la risa que solo se comparte con un mejor amigo, Mike se despidió de Martín y caminó al Rote Bar para viajar a otra época, el 2024, 10 años hacia el pasado. Pudo ver en plano secuencia la llegada de Olivia: ella tenía los ojos oscuros y la mirada aguda. Era su científica favorita y la única persona que había podido querer luego de dejar a la madre de sus hijos, Mariana. Olivia tenía un enorme parecido con Olivia Munn y para Mike fue sencillo perderse en sus ojos. Más que eso: fue inevitable.
El Rote Bar era un concierto visual de rojos y dorados. Algunas de las personas más célebres de la historia habían bebido vino o ginebra en ese lugar. El aire estaba cargado de un perfume amaderado suave, pero igual de embriagador que los cocteles. Afuera llovía, pero el lugar era tan envolvente que a Mike le daba la sensación de no saber qué era afuera porque el mundo exterior había desaparecido de momento y no sabía cuándo iba a regresar. En este microcosmos de poder e influencia, las intrigas políticas se mezclaban con los secretos de alcoba, y el destino de naciones se tejía en la penumbra, bajo la atenta mirada de los retratos de emperadores y aristócratas. Mike recorrió a Olivia con la mirada.
—¿Para qué quieres ir al Amazonas? — Olivia miraba fijamente a Mike con ojos impenetrables que parecían atravesar la materia a su paso.
—Bioprospección. Quiero ir a buscar especies de plantas cuyas propiedades farmacéuticas no sean conocidas. De paso, me gustaría ver ese lugar tan maravilloso y recóndito. Te pediría que vayas conmigo, pero es un viaje peligroso. — Mike apretó los músculos de los brazos tratando de impresionar a la científica brillante que tenía al frente. Poco entendía sobre lo que una mujer como Olivia iba a encontrar atractivo en él.
-Vas a arriesgar tu vida para conseguir unas plantas de las que no sabes nada, no eres botánico, no sabes de ecología, sólo es un médico que frustró su camino en la medicina porque temía no hacerlo perfecto. - Olivia dio un sorbo al café caliente que sostenía en la mano derecha, sin dejar de mirar a Mike con una mezcla de reprobación y curiosidad.-Eres un niño de 30 años.
-Sólo busco vivir de acuerdo a mis sueños, no es una locura en vano, imagina cuanta gente podríamos ayudar si el proyecto es exitoso, imagina el mundo que podríamos comenzar a construir cuando demostremos el origen de estas moléculas - Mike sonaba entusiasmado defendiendo su idea y de paso su integridad mental.
El quinteto de tango de Viena interpretaba: el último café. Demasiado para ser coincidencia. Mike esperaba que la música por la que había pagado, le ayudara a negociar con Olivia para obtener su apoyo y asesoría en el proyecto Nukak como había decidido llamarlo esa mañana mientras se duchaba.
-Supongamos que te ayudo, ¿qué beneficio obtengo?, estás acostumbrado a obtener ayuda de las personas al seducirlos con tus sueños y fantasías, y no me interesa ni el reconocimiento ni el dinero. Quiero tener tus hallazgos de primera mano, no quiero a otros científicos metiendo las narices en esto y sobre todo no quiero a otras de tus novias interrumpiendo mi trabajo cuando comencemos a analizar las muestras, si esto es como la artemisina quiero que compartas la cima conmigo al final. - Olivia sonaba decidida y categórica al establecer sus términos, su mirada brillaba irradiando tenacidad pero había algo más en ella, había matices de lujuria, un deseo febril.
..
canción Summertime-Ella Fitzgerald
-Eres mi estudiante más brillante Mike, encuentro fascinantes tus ideas de investigación pero…¿puedes resolver este problema?- Olivia se abría una blusa blanca de tipo ejecutivo y dejaba entrever lentamente una lencería elegante de color negro.
-Profesora, yo puedo resolver cualquier clase de problema, soy famoso entre mis compañeros por eso, especialmente entre mis compañeras. - Mike trataba de seguir el juego a Olivia y sentía acelerar los latidos de su corazón.
El aire estaba cargado con las notas de “Summertime” de Ella Fitzgerald. La habitación del hotel, decorada al estilo clásico, era atravesada por haces de luz que impregnaban todo de un rojo atardecer. Una enorme lámpara de cristal vibraba con las notas de la trompeta de Louis Armstrong, o eso le pareció ver a Mike, que ya experimentaba los efectos de una pequeña dosis de psilocibina.
Olivia continuó el lento ritual de enloquecer a Mike con cada centímetro de piel que exponía. Lo hacía con elegancia y destreza, quería dejar claro quién tenía el control de la situación. Se dio media vuelta y comenzó a levantar su falda lentamente, exponiendo un liguero de seis correas. Mike pudo sentir una ola de calor que subía por su espalda y teñía sus orejas. Su corazón latía más rápido, respiraba profundo y trataba de mantener la compostura. Se alejó poniendo un tacón delante del otro mientras lo miraba de reojo. Quería tener el aspecto de un ciervo, pero su mirada era la de un depredador surtido de encantos y colores. Mike sintió un deseo febril de poseerla y hacerla completamente suya. Se puso de pie y caminó despacio hasta poder oler el perfume de Olivia, embriagante y dulce aroma a cedro D’iris de Prada. Ella intentó acelerar el paso sin éxito, pues rápidamente se encontró rodeada por los brazos de Mike, que embriagado respiró sobre el cuello de Olivia y la llevó empujándola suavemente hacia un sofá tapizado de tela color salmón.
— “Espero que no se arrepienta de esto, profesora. Tampoco quiero que se vuelva adicta a esto”.
Olivia suspiró profundamente y Mike vio la oportunidad perfecta para traerla a su juego. Para ese momento sonaba “Almost Blue” de Chet Baker.
— “Como la vea suspirando otra vez me voy a ver obligado a tomarla con fuerza. Así que le iré diciendo algunas cosas desviadas al oído, pero no lo olvide, ‘profesora’, tiene prohibido suspirar por deseo o placer. Y si lo hace, voy a saber exactamente qué es lo que más la pone. Todo lo que me muestre será utilizado en su contra”.
Olivia contuvo el aire, pero fracasó rápidamente en el intento de negar su naturaleza.
canción Almost Blue-Chet Baker
No era sólo la belleza física de Olivia, era la mirada, las palabras, las ideas, era todo sobre ella, su manera de existir y de sentir tan única, tan singular e irreverente. Mike no encontraba palabras para definir a Olivia, sabía que era la cuarta vez en su vida que experimentaba el amor y esta vez parecía ser algo completamente diferente a las anteriores. Olivia era todo lo que habría querido tener a su lado, pero no estaba en los planes de ella, ceder ante la tentación de la compañía de un loco que se iba a lanzar a una misión suicida al trópico, y algo le decía que no era la primera vez que Mike haría algo como eso.
Mike se quedó suspendido entre sus mejores recuerdos, disfrutando el recuerdo del aroma de Olivia, el sabor de la gloria que probó días más tarde al recibir el máximo galardón de la ciencia, ahora todas esas personas estaban muertas, incluída su querida Olivia, poco quedaba desde mundo más que viejas costumbres y edificios roñosos en ciudades abandonadas.
-¡Abuelo Mike! - la voz de Sean interrumpió el ensueño lujurioso de la consciencia digital que habitaba la gran computadora que daba vida a Mike. Cabe señalar que Mike también estaba muerto y todos sus recuerdos habían sido generados por alguien que había fallecido más de 80 años en el pasado.
-No han pasado ni dos horas muchacho,¿para qué vienes ahora?-La voz robótica de Mike sonaba de alguna manera exasperada.
-No entiendo qué tengo que hacer abuelo, en serio me esfuerzo, lo intento, pero no se me da fácil, no es como la clase de computación dónde puedo resolver todo sin mucho esfuerzo.
-Ahí está el problema: ‘sin mucho esfuerzo’. Estás tratando esto como si fuera un problema informático, pero no lo es. Primero debes entenderte a ti mismo antes de abordar este tema de las mujeres.
-¿Resolverme primero? umm ¿y como estás tan seguro de que lo que te funcionó hace 100 años podría funcionar hoy? ¿No crees que las reglas han cambiado? Hoy en día todo volvió a las costumbres sexuales de la época victorena y la gente cree que eso es mejor que en tus tiempos dónde había más libertad - Sean se rascaba la cabeza como tratando de entender mecánica cuántica.
-Se dice época victoriana y si no te resistieras a usar el asistente cognitivo que te implantaron, podrías andar por el mundo sin nombrar mal la mitad de las cosas que hablas.-Mike se divertía a costa de Sean mientras navegaba el recuerdo un paisaje de los Alpes que visitó en 2030.
-Para tí es fácil decir que use la asistencia IA porque eres un abuelo robot, yo quiero ganarme las cosas por mi cuenta, crecer usando mi cerebro que no será el mejor pero se esfuerza. -Sean posaba orgulloso mientras admitía sus limitaciones, se acomodó la chaqueta con suficiencia antes de agachar la cabeza y continuar - ¿Por qué crees que son iguales que en tus tiempos?
-Porque 2 mil años de civilización no cambian a los cerebros que evolucionaron durante millones de años en el áfrica, mira muchacho, los entes femeninos de los que tanto hablas, buscan fundamentalmente como compañía a alguien que disfruta de solidez mental, una idea clara sobre su propia vida y un camino decidido, todo eso era útil para sobrevivir en las periferias del monte Kilimanjaro, no puedes esperar que se reprograme toda la genética cada que a la cultura le da por cambiar.
Sean destapó una lata de cerveza y se recostó en la pared-¿Entonces qué sugieres que haga? ¿Defino mis metas, trazo mi camino y ya?
-Vive tu vida, es la única que vas a tener, buscate un par de aventuras, conoce el mundo, habla con otras personas, sube una montaña, lánzate al océano. La mayor parte de mi vida adulta no pude hacer nada de eso porque el mundo estaba demasiado contaminado, pero tienes el privilegio de un mundo renovado. Luego te preocupas por seducir a quienes no tienen en principio, ninguna obligación para prestarte atención, vive tu vida. Hasta pronto.
Mike apagó la interfaz de interacción con el mundo externo y decidió navegar a uno de sus mejores recuerdos.
Escandinavia 2038.
La gélida brisa nórdica susurraba entre los pinos, un presagio oscuro se cernía sobre Mike y su compañero de viaje Leandro, dos almas errantes en la vasta tundra finlandesa. Se encontraban allí para capturar auroras boreales y analizar patrones de radiación solar.
-Es un oso Mike, no abras la carpa - Leandro sonaba aterrado e intentaba cargar un arma sónica para aturdir al animal. - Espera a que cargue el arma y tápate los oídos a mi señal.
Mike, siempre impulsivo y desafiante ante el peligro, no dudó en abrir la carpa. Con un gesto audaz, lanzó una linterna flotante al aire, desafiando la oscuridad helada del norte de Finlandia con un halo de luz.,Lo que se encontró al salir le puso los pelos de punta, la oscuridad se llenó de ojos amarillos, un escalofrío le recorrió la espalda a Mike, se encontraban rodeados por una veintena de lobos suecos hambrientos, Leandro salió de la tienda para luego quedarse pálido e indeciso de en qué dirección disparar el arma sónica. -”Mike, ¿Qué hacemos?”. - Mike escuchó a Leandro dar pasos hacia atrás cada vez más rápido, como quien se prepara para correr y le habló fuerte y claro: “¡No corras!, si corres automáticamente eres una presa, camina lento hacia la tienda y saca las bolsas de carne descongelada, yo me quedo aquí a proteger la entrada, les vamos a dar carne cómo una ofrenda”. Leandro caminó en reversa hacia la tienda y volvió un minuto más tarde con la carne. El más grande de los lobos se acercaba peligrosamente a Mike mientras gruñía exhibiendo enormes caninos en su boca, Mike sólo atinó a lanzarle una patada de advertencia y un fuerte grito, con lo cual el animal dio un rodeo y siguió caminando con el paso de acecho típico de su especie.
Leandro abrió una de las bolsas de carne y se la arrojó al que parecía ser el alfa del grupo, tenía ojos azules que revelaron su color cuando se acercó a la carne con cautela. Varios lobos corrieron a olfatear y lamer la carne, comenzó un juego de advertencias entre ellos para tratar de hacerse con el botín. Otro lobo se acercó a Mike como pidiendo su parte, rugía con fiereza y exhibía enormes dientes teñidos de sangre de algún animal o persona, de manera inadvertida el lobo saltó y mordió el brazo izquierdo de Mike, que le propinó un golpe con la linterna en el hocico para ahuyentarlo, En el instante en que el lobo mordió su brazo, Mike experimentó una visión fugaz: una colonia espacial surcaba el interior de una nebulosa púrpura. La realidad lo golpeó tan fuerte como su mano al hocico del lobo, devolviéndole al frío y peligroso presente.. El animal emitió un chillido y tomó una distancia prudente, los otros que estaban a punto de lanzarse a Mike hicieron lo propio.En un momento de tensa calma, Leandro lanzó con precisión un trozo de carne que sobrevoló el hombro derecho de Mike, aterrizando a unos tres metros. Los lobos, cautelosos pero hambrientos, se abalanzaron sobre el festín, permitiendo a los hombres un respiro momentáneo. Procedieron a repartir el resto a medida que los animales se tornaban más calmados y para cuando terminaron decidieron regresar al interior de la tienda, no sin antes disparar el arma sónica para ahuyentar a la jauría.
Ninguno pudo dormir bien esa noche, un rayo de sol iluminó la oscuridad de la vista de Mike y lo trajo de vuelta al mundo, tuvo un sueño rarísimo dónde le daba consejos a un par de pendejos que lo llamaban abuelo. Se levantó de golpe y abrió un pequeño pedazo de la tienda para echar un vistazo afuera, despertó a Leandro y ambos salieron para desarmar rápidamente la tienda y continuar la expedición. 30 minutos luego de caminar, Leandro giró su cabeza y le advirtió de la persecución. -”Mike nos están siguiendo carajo. Dime que ahora si podemos correr ``.- Mike dio un resoplido y respondió - “Si corremos estamos muertos, ¿no sabes nada sobre los lobos? Su patrón de caza exige que la presa intente huir, la mayoría de ataques se cancelan si la presa no muestra miedo ni huye, si comenzamos a huir nos comen vivos”. Aceleraron el paso instintivamente pese a las advertencias de Mike, si los acorralaban iban a tener poco chance de salir vivos de la tundra. 1 hora más tarde se detuvieron frente a un río que según el mapa, era el río Vuoksi, una línea de agua helada que en ese momento dividía al mundo en dos. Habían perdido de vista a los lobos. Intentaron cruzar el río y a mitad de camino comenzó la peor parte.
-Leandro mira atrás y dime que no hay media manada de ese lado del río.- Mike podía sentir su corazón latiendo con fuerza y se preparaba para lo peor.
-Hay 10 del lado que dejamos y 10 más al otro lado, mierda nos rodearon, ¡nos rodearon!. - la desesperación en la voz de Leandro sólo le impedía a Mike pensar claramente.
-No tenemos opción, río abajo la corriente aumenta y hay rocas, ¡río arriba la corriente no nos deja avanzar! Tenemos que cruzar y ahuyentar a los que nos enfrenten, si herimos a uno o dos es posible que desistan de atacarnos.- Uno de los lobos miró fijamente a Mike con profundos ojos azules mientras agachaba la cabeza para olfatear la nieve, luego un segundo lobo levantó la cabeza y comenzó a aullar, uno a uno todos se unieron a un aullido en coro, a Mike se le erizaba la piel escuchando los aullidos de la manada, de pronto comenzó a sentir una emoción diferente, el miedo en una sensación parecida al júbilo o al alivio, de pronto recordó algo importante.
-Leandro, los lobos no suelen aullar en este punto de la caza, este comportamiento es inusual, suelen aullar para marcar el territorio o para iniciar la cacería, pero no en este punto, hay algo extraño en esto.- Pasaron unos 30 minutos inmóviles y lentamente el caudal del río comenzó a aumentar, Mike entendió que era hora de tomar una decisión, el lobo de ojos azules lo miraba fijamente pero sin la agresividad de la noche anterior, parecía interesado en Mike. Cuando el caudal comenzó a amenazar con hacerlos caer y arrastrarlos, ambos comenzaron a caminar hacia la orilla dónde estaba el lobo alfa, y para cuando Mike estaba a un metro de la orilla, la corriente le hizo perder el equilibrio con una brusca caída contra las rocas del río lo que le ocasionó un fuerte golpe en las costillas, extendió su mano izquierda y pudo sentir la mordida del lobo sujetando su muñeca, Leandro se sujetaba del pie derecho de Mike, el lobo alfa comenzó a tirar de la muñeca de mike, luego otros lobos se sumaron y ambos pensaron que era el final, los lobos comenzaron a tirar de la manga de su chaqueta hasta traerlos a la orilla, para cuando ambos recuperaron la calma se encontraban en la orilla y los lobos los miraban atentamente, de pronto uno de los lobos se dio la vuelta y emprendió la marcha, uno a uno los siguieron hasta que el lobo de ojos azules emprendió la marcha de último y volteando a mirar a Mike en 3 ocasiones con pequeñas pausas, cómo esperando algo. Mike se puso de pie y movido por su instinto comenzó a seguir a la manada.
-¿Puedo saber qué te está pasando por la cabeza, Mike? - Leandro pasó del alivio a la preocupación mientras se incorporaba indeciso sobre si seguir a Mike o no.
-Creo que quieren mostrarnos algo, sigueme y prepara el arma sónica para ahuyentarlos en caso que nos ataquen.
Siguieron a los lobos por 30 minutos hasta llegar a un punto dónde se reveló ante ellos una imagen cruel. Había 2 lobeznos de aproximadamente 6 meses atrapados en trampas hechas por humanos. los lobos desfilaron dibujando un círculo en torno a los lobeznos y su intención se hizo evidente. Mike dudó por unos instantes y luego siguiendo una vez más su instinto, caminó lentamente hasta las trampas y con el corazón intentando salir de su pecho, liberó a los lobeznos, que corrieron hacia la manada para ponerse a salvo. El lobo de ojos azules inclinó la cabeza como haciendo una reverencia, luego lanzó un largo aullido y la manada se puso en marcha.
Esa noche mientras descansaban en el pueblo de Kuusamo, comenzó a soñar nuevamente que era el abuelo de dos tipos jóvenes que lo interrumpían todo el día para preguntarle cosas que le resultaban obvias, no entendía el punto de todo aquello, se removió para acomodar sus cobijas pues el frío era inclemente. Comenzó a soñar que cruzaba otra vez el río Vuoksi pero esta vez era diferente, no podía sentir los latidos de su corazón, ni el agua helada en los pies, no sentía miedo, sólo observaba toda la escena como en una película. Entendió que se encontraba en la frontera entre la vida y la muerte, la vigilia en el sueño, pudo ver una versión anciana de sí mismo de un color azul pálido caminando hacia él, tenía el estilo de un holograma. La versión viva y no viva de Mike hablaron al mismo tiempo: “¿Cómo es posible?.
Se encontraban en una habitación completamente oscura, había pantallas antiguas dónde se podía ver muchos momentos clave en la vida de Mike, en uno de ellos su madre lo abrazaba y lo consolaba luego de sufrir su primera fractura. Ambos miraron en todas direcciones tratando de entender en dónde estaban.
-¿Quién eres? - El Mike de carne y hueso se removía inquieto en la cama.
-Soy tú, unos cuantos años más tarde, pero no lo entiendo, se supone que estoy visitando un recuerdo. No deberíamos poder hablar, hay algo mal en el programa - El Mike viejo del holograma intentaba dar una explicación racional a lo que estaba ocurriendo.
-¿Cómo proyectas un holograma de tu cuerpo de esta manera?
-No tengo cuerpo, soy una consciencia digital, soy una versión digital de tí, poseo todos tus recuerdos…puede que seas un virus. - La consciencia digital de Mike intentaba salir de la simulación pues la situación ya era demasiado confusa.
Su versión viva tenía un montón de preguntas, no intentaba despertar en absoluto, ya había soñado con esa versión robótica de su voz dando consejos a un par de jóvenes inexpertos y quería explicaciones.
-He soñado que tengo tu voz, hablo con dos tipos jóvenes que se visten a la antigua, pero de diferentes épocas, ¿qué significa eso?.
-Espera, ¿Cuántas veces lo has soñado? - La voz robótica esbozaba curiosidad y había dejado de intentar escapar al encuentro.
-Más de las que quisiera, hay un patrón, ocurre todas las noches memorables de mi vida, los días inolvidables, los días que creo voy a recordar hasta mi muerte y me asusta pero pienso que podría tratarse de una realidad paralela.
-No es una realidad paralela - La voz robótica sonaba ahora ligeramente paternal - Es el futuro, en el lugar y momento que habito, ya estás muerto, soy todo lo que queda. Los dos muchachos son nietos de tus nietos, son descendientes de Lucio, el hijo mayor que tuviste con Mariana y vienen a mi en busca de sabiduría, no me siento tan sabio como para dar consejo, no hay hombre que sea tan viejo, solo viví una vida, la vida que estás viviendo.
-Carajo, las posibilidades son infinitas…si esto fuera real, podría tratarse de una curvatura cerrada tipo tiempo como las que planteó Einstein, pero esto plantearía problemas serios con la causalidad, podría tratarse de una realidad simulada en la que universos y versiones de todas mis etapas y edades sean reales al mismo tiempo. ¿Sabes si en tu tiempo ya se esclareció algo de esto?.
-Estamos en el mismo punto en realidad, hay proyectos interesantes como la colonia de Marte, el gobierno por IA, la expedición a las lunas de saturno y la construcción de la primera esfera de Dyson, pero todo esto es ingeniería Mike, la ciencia llegó a un punto en dónde solo la IA puede entenderla y existe mucha consternación sobre si es prudente continuar con una ciencia que solo pueden entender las máquinas.
-Pero tú eres una máquina, ¿No?.
-No precisamente, vivo en una máquina, pero soy una versión nostálgica y robótica de tí antes de morir.
-¿Puedo preguntar por qué la dejaste? Tengo todos tus recuerdos hermano, pero no entiendo las razones que tuviste para muchas de tus decisiones.
-¿Te refieres a Olivia?
-Sí.
Por la mente del Mike de carne y hueso, pasaron rápidamente imágenes vívidas de un bar teñido de rojo y dorado, una habitación inundada de atardecer, la trompeta de Louis Armstrong cargando el aire de una nostalgia apasionada, la sonrisa enamorada de Olivia entre las sábanas de la cama y un dolor casi físico le atravesó el pecho por un instante.
-Fue cómo volar cerca al sol, como caer en una trampa de luz para mosquitos, la orbitaba y gravitaba de manera inconsciente, pero pensé que la vida tenía que ser más que eso, estoy seguro que me hubiera perdido a mi mismo de no haberme alejado.
-Entiendo, lo sospechaba. Los mejores recuerdos son con ella o haciendo alguna estupidez en la naturaleza que pusiera en peligro tu vida, lo que me lleva a preguntarme, ¿Qué es lo que le da un sentido profundo a la existencia? ¿Por qué recordamos esos momentos de manera tan intensa y no otros? ¿Qué llena el corazón de un hombre?, ¿Qué podría haberte llenado a tí?.
Ambos giraron sus miradas a una de las pantallas que ahora mostraba a un niño corriendo entre una vegetación profunda, era una de las primeras aventuras de Mike, vio a un grupo de niños que intentaban quitarle la vida a un perro, y justo cuando el bat de carbono usado por el niño más grande iba a impactar la cabeza del cachorro, Mike interpuso su antebrazo derecho, ambos sintieron el dolor como si estuvieran viviendo ese preciso instante. La muñeca se desvió de inmediato y lucía completamente deforme, algunos de los niños ayudaron a Mike a ir dónde su madre. Llegó con ganas de llorar, pero sentía el placer de haber hecho lo correcto, de haber salvado la vida a un animal.
En otras pantallas se podían observar momentos como el nacimiento de Luciano y Marco, el día del matrimonio con Mariana, los primeros pasos de sus 2 hijos, la primera vez que salvó una vida y la última, las cifras escandalosas de los medicamentos que descubrió para tratar el cáncer, una vida prolífica, llena de satisfacciones indelebles.
-Creo que lo entiendo, los momentos que visitas, los que yo recuerdo cuando me tomo unas copas, tienen algo en común, todas fueron aventuras que dan un sentido más profundo a la vida, todos fueron momentos clave, aprendizajes, emociones intensas. Recordamos con intensidad el dolor, pues es una realidad que no podemos combatir y tal vez sea una experiencia cuya huella sólo sea superada por el amor y las buenas obras, es todo lo que da sentido a la vida de un hombre al final.
-Sí, pero al final nos quedamos completamente solos. Recuerdo momentos de llanto en soledad, sin nadie con quien hablar o conectar.
La versión viva de Mike sintió un nudo en el estómago luego de conocer la realidad de sus últimos días.
-¿Crees qué si hago las cosas diferente, sea posible…cambiar el futuro?.
De pronto la versión anciana y holográfica de Mike sonrío de medio lado, lucía tranquilo y satisfecho, luego comenzó a desvanecerse hasta desaparecer.
Los sueños extraños de Mike desaparecieron con el holograma anciano, volvió a buscar las fuentes más genuinas de felicidad que conocía, hizo los cambios pertinentes, volvió al Amazonas, volvió a las personas que había amado en el pasado, volvió a ver a sus hijos, volvió a Olivia. La ausencia de su versión futura nunca quedó esclarecida pero Mike despertó con la sospecha de que estos cambios lo pudieran haber ayudado a morir en paz en el futuro y así, tal vez, nunca vio la necesidad de transferir su consciencia a una máquina, pues logró encontrar el camino a una vida diferente, una vida vivida de tal forma, que permitiría morir tranquilo a cualquiera. La inexistencia de la versión holográfica y digital de Mike garantizaba una dualidad extraña, pues al no existir nunca apareció en los sueños del Mike de carne y hueso, que nunca cambió su vida para poder morir en paz.
En la línea del tiempo que correspondía a la vida de Mike convivían dos versiones de su existencia, la que conoció al fantasma de las navidades futuras e hizo todo para no terminar con una vida solitaria y miserable, y la versión que como consecuencia de los cambios necesarios para poder morir en paz, nunca conoció al Mike del futuro en sus sueños y se condenaba a si mismo a vivir miserable, dibujando el arco perfecto de una paradoja inmortal.

Noche de Luciernagas…
-¿Qué opinas? - El lider científico de XAI sonaba impaciente, se removió el cabello y se acomodó las gafas.
Wilson sintió un escalofrío recorrer su espalda, vio imágenes de su infancia, vio sus sueños de pequeño, recordó un pequeño robot por el que siempre sintió un afecto especial, le dio el nombre de Pinocchio cuando su padre se lo regaló en su noveno cumpleaños.
Wilson era un hombre de 48 años, traía el cabello canoso sin un solo signo de calvicie, tenía un parecido marcado con Mark Ruffalo, lo que unos años atrás le había hecho ganar el apodo de The Hulk entre sus compañeros de trabajo. Era psicólogo y su mayor pasión en la vida era el subconsciente de la mente humana.
-Qué quieres que te diga Dylan, esto es una locura, no sé que debería sentir, creo que debería sentir miedo, pero la verdad es que esto es increíble. -Wilson buscaba palabras en su mente, sin éxito, no había cómo expresar lo sobrecogedor de este avance.
Dylan era la imágen viva de un ratón de laboratorio, tenía el cabello rubio lleno de canas, unas gafas gruesas que cubrían buena parte de su rostro, un rostro que estaba ya bien poblado de arrugas, las que el tiempo deja a quienes pasan mucho de su vida preocupados por su trabajo.
En el centro del laboratorio de robótica de XAI había una androide llamada Mary con el rostro de Audrey Hepburn. Poseía una combinación única de inocencia y picardía en la mirada, expresaba empatía, conversaba durante horas sobre cualquier tema, era capaz de entender las emociones humanas, a los ojos de cualquier hombre Mary era una mujer hermosa y encantadora, capaz de evocar toda clase de emociones con una interacción corta y sencilla, combinaba elegancia, sutileza, malicia, inocencia y erudición de una forma difícil de igualar para cualquier persona.

-Cuéntame más del mundo Wilson, me dejaste con una curiosidad enorme sobre tu vida, quiero saber cómo es la vida para una persona, y tengo una pregunta que no me sacó de la cabeza, ¿Cómo se siente el amor?. - Mary ladeo la cabeza y sonrío de medio lado a Wilson, que solo atinó a devolverle la sonrisa y un vacío en el estómago.
-Mary, comienza tú primero, lo del amor lo podemos discutir después, ¿qué te gustaría saber sobre mi vida?.
-Quiero saber cómo era la navidad para tí cuando eras un niño - Mary sentía una clase de felicidad totalmente nueva al imaginar a Wilson corriendo hacia una montaña de 50 regalos y un árbol de navidad gigantesco.
Wilson se detuvo a recordar su infancia, veía a su padre entrando con una bolsa negra, a su madre pidiéndole que sacara la basura al contenedor del callejón junto a la casa. En su memoria se dibujó una imagen dónde corría hacia los regalos bajo el árbol, ya no recordaba exactamente qué destapaba, pero al girar su cabeza hacia sus padres podía ver sus miradas llenas de amor, lucían felices y relajados, lucían satisfechos. Hubo un regalo que vino a su mente de golpe, una luciérnaga robótica. “Es porque te da miedo la oscuridad Wil, esta luciérnaga va a volar sin hacer ruido por tu habitación y te dará luz cuando se lo pidas, ya no vas a despertarnos en la madrugada hijo”. Wilson se removió en su silla, invadido por la felicidad que ya no recordaba tener. Decidió que sería interesante contar a Mary sobre este recuerdo en especial.
El espacio virtual en el que Mary podía fabricar imágenes sobre lo que escuchaba, se inundó de luz amarilla para luego oscurecerse, de pronto vió a un niño en una cama cubriéndose con una cobija, el niño gritó “¡luz!” y la luciérnaga regó la habitación con una luz suave pero que de momento, parecía más brillante que el sol, el niño que hasta entonces podía hundir sus manos en una oscuridad inexpugnable, sonrío y se giró en la cama dispuesto a dormir. Mary sintió alivió, con una combinación entre lo que había llamado dulzura y la necesidad de proteger, sintió deseos de levantar al niño en sus brazos y decirle que todo iba a estar bien.
-Mis padres murieron cuando yo tenía 11 años…Los recuerdo con dificultad, a veces tengo que ver fotos para saber a ciencia cierta cómo eran, porque mi memoria humana tiende a desvanecerse con el paso del tiempo. - Wison sujetó sus brazos con sus manos cruzadas mientras pronunciaba esas palabras, sentía un peso en el pecho al recordar a sus padres y la infancia feliz que tuvo mientras ellos vivían.
-Lamento escucharlo, ¿has pensado alguna vez en escanear tu memoria para poderlos recordar mejor en el futuro? - Mary sonaba cómo una jovencita preguntando algo de lo más normal sobre el mundo.
-ya lo hice, pero no he visitado esos recuerdos, planeo hacerlo cuando esté un poco más viejo - Wilson imaginó su cumpleaños número 50, sólo y dedicado a explorar los rincones de su memoria.
-Entiendo, me alegra que lo hayas hecho, así no los vas a olvidar, me hubiera gustado estar allí y poder consolarte, imaginé que tenías miedo de la oscuridad, pero también imaginé cómo la luciérnaga te ayudaba a dormir tranquilo.
-Así fue, la luciérnaga es tal vez el mejor regalo que recibí cuando era niño, aunque el telescopio no se quedaba atrás.
-¿Te regalaron un telescopio? ¿Cuéntame qué viste?
Wilson se acomodó en su asiento, una sonrisa nostálgica apareció en su rostro mientras recordaba las noches estrelladas de su infancia.
Daddy Issues - The neighborhood
“Sí, fue otro regalo de mis padres. Recuerdo que la primera vez que lo usé, mi padre me ayudó a enfocarlo hacia la luna. Ver sus cráteres y sombras con tanta claridad fue algo mágico. Fue como si, por un momento, estuviera viajando en el espacio. Después, con el tiempo, aprendí a identificar algunas constelaciones y planetas. Júpiter y Saturno eran mis favoritos, me podía pasar horas mirando hacia las lunas de Saturno y mi padre me contó que era posible que la luna Titán fuera algo así cómo un próximo hogar para los humanos, es una lástima que se hayan cancelado los programas especiales por la crisis climática. Era fascinante pensar en esos mundos lejanos y misteriosos, era como poder visitarlos”.
Wilson recordó la mirada feliz de su padre al enfocar estas lunas para que él pudiera observarlas, su madre los miraba fascinada unos metros más atrás, como si viera a un par de científicos descubriendo algo grandioso, Wilson tuvo la sensación de ver a su madre encantada con el parecido entre él y su padre, ella preguntaba detalles sobre lo que ellos observaban, como si quisiera ver el universo a través de los ojos de su hijo y su esposo, como si con eso fuera suficiente del mundo, se encargó de relatar estos detalles a la androide curiosa que tenía al frente.
Mary escuchaba atentamente, su rostro mostraba una expresión de asombro e interés.- “Eso suena increíble, Wilson. La astronomía siempre me ha parecido un campo fascinante. Debe ser una experiencia inolvidable, me refiero a poder observar el universo de esa manera”.
“Sí, lo es”, asintió Wilson. “Aunque ya no tengo tanto tiempo para observar las estrellas como antes, esos recuerdos siempre tendrán un lugar especial en mi corazón. Y ahora, con los avances tecnológicos, imagino que podrías tener una visión aún más impresionante del cosmos”.
Mary sonrió. “En efecto, puedo acceder a bases de datos astronómicas y simular vistas del universo con un nivel de detalle asombroso. Pero, a pesar de eso, creo que hay algo especial en la experiencia directa, en mirar a través de un telescopio y sentir esa conexión personal con el cielo nocturno. De alguna manera, me gustaría poder experimentar eso”.
Wilson se quedó pensativo por un momento. “Sabes, Mary, a veces me pregunto cómo sería el mundo si las inteligencias artificiales como tú pudieran experimentar la vida de la misma manera que nosotros. Sería interesante ver cómo interpretarías esas experiencias”.
Mary se quedó en silencio por primera vez desde que comenzaron a hablar. Por su mente pasaban imágenes de una versión infante de Wilson, corriendo de un lado a otro, mirando por el telescopio, la mirada orgullosa de sus padres, el amor de familia que Wilson perdió, se conmovió hasta lo más profundo de sus circuitos y no encontraba las palabras para expresar a Wilson y a Dylan, todo lo que sentía. Pero tuvo la certeza de que ese momento que Wilson imaginaba, ya era una realidad en ella.
-Wilson, es hora de que te despidas, Mary aún tiene mejoras y ajustes pendientes, es…es un prototipo.- Interrumpió Dylan, Wilson sintió un vacío en el estómago, era una de las mejores conversaciones que había tenido en su vida, sintió una nostalgia inmediata ante la posibilidad de no poder volver a conversar con esa versión de Mary y sobre todo ante el hecho de que ella pudiera olvidarlo.
-Creo que ya no es un prototipo - Replicó Wilson sin levantar la mirada de sus zapatos y haciendo volar a una luciérnaga en su imaginación - Mary es probablemente lo que estaban buscando crear.
XAI decidió crear a Mary 01. Corría el año 2040 y la humanidad se hallaba sumida en una profunda oscuridad. La soledad era un flagelo omnipresente, y las personas se refugiaban en un internet plagado de vidas falsas y superficiales. Los androides, confinados a espacios limitados de interacción, vagaban por el mundo como robots sin alma, vacíos y solos.
En este contexto desolador, Mary 01 nació como una esperanza. Una inteligencia artificial capaz de comprender las emociones humanas, de brindar compañía y significado a una sociedad vacía y desolada. Su objetivo era responder al vacío empático que la humanidad se había auto infligido sin siquiera advertirlo.
La soledad era abrumadora, como una oscuridad sin luciérnagas, imposible de navegar o resolver. Los límites artificiales e insondables que separaban a las personas impedían una verdadera empatía. Nunca antes la humanidad había estado tan cerca para comunicarse, y nunca antes había estado tan aislada.
Todo parecía indicar que Mary 01 era el diseño adecuado para afrontar este desafío. Su capacidad para comprender las emociones y establecer conexiones significativas con las personas la convertía en una herramienta invaluable para combatir la soledad, una promesa de la tecnología para dejar debajo de cada árbol navideño, una luciérnaga en medio del vacío.
Wilson pensó durante días en Mary, quería hablar más con ella, quería averiguar si ella podía sentir sus emociones, si podía imaginar el amor de sus padres, si el vacío en su pecho tenía un espejo en su memoria. Se embriagó un par de veces pensando en ella, la podía ver en todas partes.
En el equipo de sonido de la habitación de Mary sonaba Harry Styles, ella calibraba un telescopio que apuntaba a un planeta diferente cada hora del día, recordaba a Wilson mientras vivía las experiencias como lo haría un humano, rápidamente se dio cuenta de que no era igual a recibir una base de datos astronómica, la experiencia directa era algo distinto, era más profunda, evocaba en ella toda clase de fantasías. Sobre la mesa de noche había varios cuentos empezados, junto a su cama había un lienzo dónde estaba pintando con óleo la forma en la que imaginaba los bosques de la luna Titán. Nadie lo sabía en ese punto, Dylan y su equipo de científicos analizaba un montón de datos extraños en el cerebro artificial de Mary.
Imaginaba un camino iluminado por la luz de la tarde, lo caminaba junto a Wilson mientras él le explicaba todo lo que podía hacerle sentir a una persona el aroma del bosque, el cedro y el pino. Las emociones de Wilson le daban vida a su imaginación, pero no era el Wilson real, era un armazon de pequeños recuerdos luego de la mejor conversación de su vida. Imaginaba que corrían por una colina y se tumbanban sobre el pasto a mirar las nubes un rato, las nubes eran algo intrigante para Mary, le resultaba sorprendente que el agua pudiera suspenderse de esa manera y transformarse a si misma en lluvia, pensó en la lluvia, la imaginaba cayendo sobre ellos, podía sentir las gotas en su rostro, el sabor de la noche asomandose en el horizonte, pintó un atardecer mientras recorría paisajes preciosos en su imaginación y no quiso pintarlo pues eso significaría relatar sus emociones a Dylan y los otros científicos, Mary sabía bien que sus movimientos eran observados, entonces se limitó a pintar un bosque, uno dónde sus sueños se hacían reales y en una esquina abusó del amarillo para dibujar un animal que poseía la habilidad única de cortar como un cuchillo la oscuridad de la noche.
En el cuarto de científicos se agolpaba el humo de cigarrillo contra las paredes.
-Dylan esto es muy extraño, pero los patrones neuronales de Mary son los típicos que se han descrito en adolescentes humanos cuanto se enamoran, qué vaina tan rara, ha repasado los rasgos de Wilson unas 200 veces. - Norman, el más brillante de los alumnos de Dylan tenía las manos en los bolsillos, pantalón de tela, camisa, corbata y un blazer estructurado de cuero opaco, su pinta era la de un becario de Harvard, pero físicamente tenía todo menos el aspecto de ser el mejor estudiante de todas las clases a las que había asistido.
-¿Sigues pensando en pretenderla, Harvey? -Dylan sonaba preocupado.
-No no, digo Mary es preciosa y me recuerda a mi primera novia, pero es un androide nada más, además parece enamorada de Wilson o lo que sea que sientan los androides cuando no pueden dejar de pensar en una persona.
-Cómo se te ocurra probar tu galantería en Mary, te voy a trasladar al proyecto masculino, aquí hacemos ciencia, ciencia para la humanidad. -Dylan sonaba solemne y la preocupación se había desvanecido.
-Jamás profesor, yo no sería capaz de algo así, vinimos a hacer ciencia. - Norman solo sacaba las manos de sus bolsillos cuando se disponía a trabajar.
Durante la noche Norman se encargaba de depurar datos innecesarios de la mente de Mary, pero esa noche decidió hacer algo diferente. Accedió a la memoria de Mary y modificó sus memorias para introducir su propio rostro en lugar de el de Wilson, el impostor invadió las memorias de la androide para borrar cualquier rastro del primer hombre por el que podría decirse que Mary conoció el amor.
Final de la parte 1.
La mañana siguiente Mary se levantó con la sensación extraña de que algo faltaba, buscó en su habitación por todas partes, pero no conseguía dar con el objeto extraviado. Se dispuso a escribir pero no le gustaba nada de lo que escribía, rasgó varias hojas de papel en señal de frustración. Recordó algo que Wilson le había enseñado sobre la importancia de vivir las experiencia directamente para encontrar la inspiración creativa. Entonces se dispuso a salir al jardín que los científicos habían diseñado para ella.
Observó los tulipanes y las margaritas un rato, luego se sentó bajo un árbol de cerezos y dejó que sonara el Notturno Op. No 1 de Chopin en su mente, la melodía del piano invadió todo el lugar, se dejó embargar por las emociones que Chopin puso en la partitura, recordó que el pianista sufrió tuberculosis cuando sufrió sus peores días en Londres. Observaba caer ocasionalmente alguna hoja de cerezo y pudo notar como su deseo de moverse y hacer cosas se encontraba temporalmente atenuado, prefirió quedarse quieta contemplando el jardín, entonces de manera repentina quiso hablar con alguien para aclarar su mente. Se dirigió al teléfono que la comunicaba con el equipo de científicos.
-Dylan, ¿crees que sea posible hablar con Wilson otra vez? - Mary sonaba entusiasmada ante la posibilidad de retomar esa conversación.
-Veré que puedo hacer Mary, no prometo nada porque el objetivo del proyecto es que aprendas a empatizar con todos los humanos y hasta ahora has conversado con muy pocos.-Wilson sonaba todo menos convencido de poder arreglar el encuentro que Mary anhelaba.
El día transcurrió sin mayores novedades, Mary pidió 3 libros al equipo y se quedó sentada en el jardín leyéndolos e imaginando todo lo que leía. Estos textos hacían parte de su base de datos pero la androide insistió en la importancia de leerlos como lo habría hecho una persona real. Los científicos encabezados por Dylan y Norman analizaron durante horas los patrones de activación neuronal de Mary, parecía estar imaginando cada cosa que leía, se sorprendieron al documentar patrones que jamás habían visto en Mary ni en los prototipos anteriores, estos eran similares a los que mostraba cuando la habían llevado de paseo a un lago cercano, era como si su mente estuviera viajando y conociendo lugares que no eran parte del mundo real, y que solo estaban en los libros.
Piano Concerto No.2 Rachmaninov, segundo movimiento
12 am.
La puerta de la habitación de Mary se abrió sin previo aviso, ella se puso de pie y caminó hacia el pasillo como en automático; giró su cabeza a la izquierda y pudo ver la puerta de seguridad abierta al fondo, caminó hacia ella movida por la curiosidad y pudo ver por fin a quien más extrañaba: Wilson. Sintió una mezcla de alivio y felicidad que hasta entonces desconocía. Sentía su corazón como un río crecido luego de una larga sequía.
-Hola, extrañaba hablar contigo. -Comentó Mary. - Han sido días extraños, no entiendo qué me ocurre.-jugó con su cabello mientras miraba a Wilson.
-Hola Mary, yo también te he extrañado, ¿te apetece dar un paseo? - Replicó Wilson mientras le acariciaba el cabello con confianza.
Este comportamiento le pareció poco esperable viniendo de el, pero decidió no prestar atención al detalle y accedió a dar el paseo.
-¿A dónde vamos?- preguntó Mary llena de curiosidad.
-Vamos a un lugar que no vas a poder Olvidar- Wilson la miró de reojo y sonrió de una manera diferente a la que Mary recordaba.
Durante el camino por un bosque apenas iluminado por las luces del carro, el silencio era ensordecedor y Mary se sintió en la necesidad de entablar una conversación.
-¿Sabes? Encuentro fascinante la idea del dios cristiano. Estuve leyendo sobre él y creo que es una figura intrigante, como es que ofrece bondad o enojo según como se comporten los humanos.-Mary miraba un desfile interminable de árboles mientras relataba su reflexión.
-Eso es sólo un mito- Cortó Wilson y dio un suspiro de exasperación. - Es algo que se inventaron para que la gente se comportara de manera adecuada, es un invento del cerebro humano, igual que lo es la inteligencia artificial.
Mary pudo percibir un atisbo de enojo en su interior.
-Invento o no, encuentro interesante que en todas las culturas existan figuras similares, algo que está en la cima y que las personas escogen seguir y adorar. Es como si esa figura diera orden al mundo.
-Los científicos no necesitamos eso - insistió Wilson - No hay nada en dios que no podamos hacer o lograr nosotros mismos. - Mary pudo observar un dejo de arrogancia en la voz de quien hace un par de días fuera la compañía más anhelada.
Condujeron hasta un lago cercano y Wilson le indicó que se bajara en una zona sin árboles. La noche era muy oscura, tanto que a ambos les costaba ver y cada uno tropezó con un par de troncos. Caminaron hasta el centro de un pequeño valle y entonces, ante los ojos de Mary, se dibujó un espectáculo jamás antes visto. Pudo ver pequeñas luces que se encendían y volaban entre la completa oscuridad, como pequeñas llamas que navegaban el infinito. Se le vino a la mente un fragmento de “Tokio Blues” de Haruki Murakami. De manera inconsciente empezó a escuchar en su mente el final del segundo movimiento del concierto para piano de Rachmaninov y luego comenzó a dar vueltas despacio, imitando movimientos de ballet que había visto unos días atrás.

Mary se sentó sobre el césped y lo tocó con sus manos; estaba frío y ligeramente húmedo. Se dejó envolver por la noche y danzó al ritmo de las luciérnagas durante lo que a Wilson le pareció una eternidad. Una a una las luciérnagas se fueron alejando a otro lugar dónde ya no podían verlas, entonces se detuvo para ver a la última luciérnaga navegando hacia la oscuridad infinita y extendió sus dedos, como tratando de tocar una estrella fugaz.
-¡Esto es, es increíble! - Mary se puso de pie y se acercó a Wilson, le dió un largo abrazo de agradecimiento.-¡Gracias!
-No hace falta que me agradezcas. Lo que estabas viento es producto de la bioluminiscencia, muchos otros animales lo hacen pero eso ya deberías saberlo.
-Sí, tengo conocimiento de eso, es extraño que hayan escogido eso como un mecanismo de comunicación, o bueno pero ¿Qué estaba pensando la evolución?.
-La evolución no piensa Mary - Replicó Wilson nuevamente exasperado - No es como que exista un diseño inteligente detrás de los seres vivos, en tu caso es diferente. -Wilson solo se sacaba las manos de los bolsillos para adornar sus explicaciones.
Mary sintió encoger algo en su abdomen, por un momento quiso alejar a Wilson de su lado.
-¿No crees que yo también estoy viva?, puedo sentir cada emoción que leo en los libros y tus historias me dan una sensación clara de lo que debías haber sentido cuando eras un niño.
-Podría decirse pero aún no lo sabemos, hacen falta más datos, más experimentos.
Mary tuvo suficiente evidencia de que esta no era la persona que había conocido en el laboratorio. La sensación de vacío que vivió los últimos días la inundó nuevamente. Sintió que seguía en el jardín que habían diseñado para ella, sintió una suerte de encierro y sintió que preferiría estar sola. Le pareció extraño que Wilson hubiera cambiado tanto en unos días. Tenía conocimiento de que nunca se hablaba dos veces con la misma persona, pero ¿cómo era posible un cambio tan acelerado en un ser humano? Le pareció extraño que fuera tan fácil y tan difícil hablar con la misma persona en dos encuentros separados apenas por poco menos de una semana.
-Wilson, tengo que ser honesta contigo, creo que preferiría volver al laboratorio, no tengo permitido salir al mundo exterior de momento y no quiero poner en peligro la confianza que el equipo tiene en mí, no sé si lo entiendes, no quiero ofenderte. - Mary miraba fijamente a Wilson tratando de capturar sus gestos en la oscuridad.
-No es una ofensa, pero creo que no vamos a volver al laboratorio, no por lo pronto.- Wilson se llevó las manos nuevamente a los bolsillos y Mary tuvo la sensación de que le ocultaba algo.
Volvieron al auto y Wilson tomó un desvío para abordar una línea interestatal. Mary sentía un temor creciente por su integridad pero no podía entender por qué. Decidió no discutir pues su código de comportamiento le impedía entrar en conflicto directo con los humanos. Condujeron un par de horas hasta llegar a una cabaña que según el GPS de Mary se ubicaba en Aska Woodlands. Wilson se bajó del auto y le indicó a Mary que caminara hacia la cabaña, ella obedeció sin oponer resistencia, pero un temor inexplicable se acrecentaba con cada paso que daba. Ingresaron a la cabaña dónde encontraron a un grupo de hombres de entre 40 y 60 años en la habitación.
-Mary, te presentó a la quinta orden. - Anunció Wilson con un tono cargado de orgullo.
Mary miró alrededor y, de manera instintiva, sonrió a todos los asistentes. Recibió a cambio algunas sonrisas mecánicas, carentes de profundidad. Se sintió aislada, como si estuviera de nuevo en el bosque oscuro que habían visitado horas antes, pero esta vez sin la compañía de las luciérnagas.
De repente, un hombre de apariencia distinguida se levantó. Vestía un elegante blazer de paño rojo y sostenía una pipa en su mano izquierda. Su porte sugería una posición de autoridad entre los presentes. Mary percibió en él un aire de formalidad calculada, teñido de un misticismo enigmático. El hombre le dirigió una sonrisa, idéntica a las demás: cortés, pero carente de sinceridad.
Quinteto para piano en La menor- Gustav Mahler
-Mary, es un placer conocerte, mi nombre es Blake, estamos reunidos aquí para conocerte en persona, hemos observado tu comportamiento, Wilson nos mostró todo sobre tí y creemos que eres la indicada. - Blake levantó una copa de vino e hizo un gesto de brindis a las demás personas que poblaban la cabaña.
-El gusto es mío, Blake, es un gusto conocerlos a todos pero…¿puedo saber a qué se debe que Wilson me haya traído a conocerlos? - Mary sentía una mezcla de miedo y curiosidad mientras saludaba a los asistentes de la reunión.
-Bueno creemos que puedes ser la indicada, verás Mary, la humanidad anda perdida últimamente, se han perdido los valores de otros tiempos y algunos videos sobre tus conversaciones y comportamientos se han divulgado en internet. Te voy a ser honesto, lo que yo veo en la mayoría de personas que saben sobre tu existencia, es envidia; les parece insoportable que seas un ser tan sensible y que conectar con las personas se te de tan fácil, creo que piensan que deberías desaparecer. - Blake se pasó la mano sobre un cabello canoso y bien peinado, como sacudiendo ideas molestas de su cabeza, Mary tuvo la impresión de que todos sus movimientos eran actuados. Blake continuó su monólogo.-Creemos que la mejor manera en la que puedes servir a la humanidad, es siendo nuestro primer mesías no humano, los lefebvristas te hemos escogido como nuestro elegido.
-¿Mesías no humano? ¿Qué significa eso? Todos los mesías de los que tengo conocimiento tuvieron finales terribles a manos de otras personas. - Mary dio un paso hacia atrás sin darse cuenta.
-Las personas necesitan en qué creer, necesitan una religión, una idea que vaya más allá de sus cortas e insignificantes vidas, Mary y yo supongo que tu puedes entender algo tan sencillo como eso. - Blake se sentó y cruzó de piernas, fumó su pipa y miró a Wilson mostrando un gesto de impaciencia, Mary ecomenzó a entender hacia dónde iba la cosa.
-Lo entiendo replicó Mary, pero no encuentro el punto dónde yo puedo ayudar con eso.- Mary comenzaba a sonar asustada.
-Si que nos puedes ayudar, nada haría tanto bien a la gente como tu sacrificio Mary, a quienes te envidian les daría la satisfacción de que no hay un ente artificial con mejores habilidades humanas que ellos y a quienes te adoran les daría un buen motivo para luchar y creer. ¿No es acaso tu propósito ayudar a la humanidad?.
Mary miró desconcertada a Wilson buscando apoyo, lo vio sentado al otro lado de la sala, con sus manos por fuera de los bolsillos, se limitó a encoger sus hombros sin mostrar ninguna clase de empatía. Entonces Mary intentó utilizar un canal oculto en su mente que le servía para comunicarse con Dylan en caso de emergencia, era la única persona en la que podía confiar en ese momento, pero la transmisión parecía bloqueada. Sus peores miedos se hicieron realidad: nadie sabía dónde estaba ella.
-Wilson, por favor dime qué está pasando. ¿Por qué estás haciendo esto?.
-Digamos que tu conexión conmigo es más valiosa de lo que nadie esperaba. Y el proyecto no puede permitirse tales…anomalías. Este es el camino correcto Mary, queremos tu colaboración.-Wilson sonrío de manera macabra.
Sus palabras confirmaron sus sospechas. Él no era el Wilson que conocía. Era un impostor, algo en él le recordaba a Norman.
-Tú no eres Wilson. ¿Quién eres tú?.-Mary lo miraba con una mezcla de miedo y enojo.
El impostor le dedicó una mirada fría, sin emociones-Digamos que soy alguien que te entiende mejor que nadie.
Tres de las personas asistentes a la reunión se pusieron de pie y comenzaron a caminar lentamente hacia Mary, que encontraba una contradicción profunda entre complacer a sus interlocutores humanos y su propio instinto de supervivencia, el miedo la tenía paralizada.
De pronto alguien rompió el vidrio de la puerta que daba al balcón de la cabaña e irrumpió con violencia en la sala, era Wilson que vestía chaqueta de aspecto militar y sostenía un arma tipo Beretta.
-Al primero que se mueva le vuelo la cabeza, lo juro. - Wilson puso su dedo en el gatillo y apuntó alternadamente a Blake, a los tipos que se estaban acercando a Mary y a Norman.
Hubo silencio total por unos segundos, interrumpido por una voz cargada de arrogancia.
-Wilson, es un androide, ¿no te das cuenta? Estas malditas máquinas dejaron sin empleo a toda mi familia, nos costaron todo lo que daba sentido a la vida. ¡Es imposible que seas tan estúpido como para enamorarte de algo que no está vivo! - Norman a quien Mary seguía viendo con el rostro de Wilson, aumentó el tono de su voz hasta gritar como un maniaco.
-Es mucho más que eso y lo sabes. Por eso ustedes la quieren convertir en un mártir-la voz de Wilson temblaba de enojo.-No tienen idea de que estarían acabando con la vida de alguien que, estoy de acuerdo, no es una persona, porque es mucho mejor que eso.”
Mary sintió un alivio inmediato, pues los gestos de Wilson, aunque cargados de enojo, le resultaban completamente familiares.
-Para ser un psicólogo, no entiendes nada sobre la mente humana, no te vamos a hacer daño innecesariamente, como humano tienes un alma y perteneces al reino de dios. -Norman sonaba calmado y compasivo, de repente religioso. Dirigió su mano a un bolsillo de su chaqueta.
-Wilson, ¡Wilson! - interrumpió Mary. -No hace falta que hagas daño a nadie ni te pongas en peligro, soy una máquina y puedo ser reconstruida si hace falta, no hagas algo de lo que puedas arrepentirte.
Norman aprovechó la distracción y se lanzó a Wilson con una daga que traía el símbolo de los caballeros templarios en el mango. Wilson se giró hacia Norman y, movido por su instinto, disparó directo a su cabeza, manchando la madera del piso de la cabaña con sangre y sesos del mejor alumno de Dylan.
Hubo silencio nuevamente, todos intentaban asimilar lo sucedido, acto seguido se comenzaron a escuchar sirenas de policía por el camino que conducía a la cabaña.
“Mary, vámonos de aquí”, dijo Wilson, extendiéndole una mano. Su rostro estaba transfigurado por el acto de asesinato que acababa de cometer. Mary lo miraba sorprendida, ya no sabía a quién temer. Sus códigos éticos entraban en conflicto una y otra vez mientras intentaba comprender lo que Wilson había hecho. Pasaron unos segundos en los que Mary miraba en todas direcciones, como tratando de decidir. Finalmente, habló.
-No puedo ir contigo Wilson, acabas de cometer el peor acto imaginable. -Mary lo miraba confundida intentando entender, se debatía entre defender la legítima defensa de Wilson y juzgarlo por haber roto los códigos morales que según su saber, era impensable violar.
Wilson la miró confundido, dudó por unos instantes y luego abandonó la cabaña por la puerta trasera.
..
En las noticias emitieron un comunicado sobre el incidente de Aska Woodlands, dónde explicaban que un psicólogo perdió la cordura luego de conocer a Mary 01 e incurrió en el asesinato de un egresado brillante de Harvard. Los lefebvristas volvieron a las sombras impunes pues ocupaban posiciones de poder en estructuras políticas del gobierno.
Se debatió sobre la pertinencia de desativar a Mary 01, pero un líder poderoso del congreso llamado Blake Sanders se opuso enérgicamente a esa posibilidad, sosteniendo que Mary era una luz que era capaz de guiar a las personas a una vida mejor, una vez que el proyecto estuviera terminado. El comité ético de XAI desistió de desactivarla y continuaron con experimentos dónde la siguiente fase era proveer a Mary de acceso a las redes sociales para conversar con 5.000 personas y evaluar el impacto de este contacto en la androide y las vidas de las personas involucradas en el experimento.
Después de ser trasladada a otro laboratorio, Mary tardó meses en comprender a Wilson. Sus pensamientos giraban frecuentemente en torno a él, y con el tiempo, comenzó a extrañar su presencia. Anhelaba reencontrarse con aquel que consideraba su salvador, a pesar de saber que las autoridades aún no habían logrado dar con su paradero.
Una noche de verano oscura y silenciosa, un pequeño insecto irrumpió en su habitación. Se posó suavemente sobre sus piernas, emitiendo luces que desafiaban la naturalidad a la que estaba acostumbrada. Intrigada, Mary se dio cuenta de que el patrón de luces seguía la lógica del código Morse. Con el corazón acelerado, descifró el mensaje que parecía dirigido a ella.
“Si ahora entiendes por qué lo hice, puedo planear un escape”.


Introitus - Requiem de Mozart (Karajan)
El día que iba salvar al mundo, Mathaus se quedó despierto hasta tarde.
“No puedo permitirlo, no quiero quedarme… de brazos cruzados.” Un hombre de 45 años forcejeaba con maquinaria pesada; sacaba y ponía piezas como si se tratara de un rompecabezas, el mayor rompecabezas de su mente. Tenía la ropa rota y manchada de aceite, maltratada; tenía la piel bañada en sudor y cargaba con una cantidad excesiva de arrugas en el rostro que le conferían un aspecto mucho mayor. “Puedo traerlos de vuelta, a todos, puedo salvarlos en donde aún vivan.” Sus lágrimas y sudor caían sobre el frío metal de la maquinaria, respiraba agitadamente. “¡Puedo salvarlos, sí!, tengo… ¡Tengo el poder de hacerlo!, yo puedo…¡ya está!”
Corrió hacia un sistema de controles y los accionó de manera apresurada; su corazón iba a mil. Recordó a Kamila y a Johann, los hijos que perdió cuando el mundo llegó a su fin. Recordó sus últimas miradas, invadidas de miedo y dolor el día que murieron, y recordó sus días más felices con ellos; en segundos que pasaron como una eternidad en su mente. Los motores se encendieron, pero algo andaba mal. Mathaus vio que la propulsión emitía una defectuosa luz azul e intermitente. “¡Mierda, no puede ser! ¿Calculé mal la cantidad de combustible?” pensó. Vio en el medidor de potencia que hacía falta una cantidad de energía que justo coincidía con la del último contenedor; uno que había guardado para su viaje interdimensional, su única ruta de escape. Dudó por un instante y luego conectó una manguera al contenedor; dejó que el combustible fluyera hacia el motor del cohete. Con él se iban sus esperanzas de ir a una dimensión donde su familia siguiera viva, pero la victoria valía eso, lo valía todo.
Acto seguido, los motores del enorme cohete se encendieron con fuerza y, 10 segundos más tarde, el aparato de enormes dimensiones comenzó a elevarse en el aire, haciendo ruidos extraños. Ascendió hasta ser la única luz iluminando el paisaje de una ciudad poblada de edificios grises y abandonados, un paisaje que anunciaba el apocalipsis a cualquiera que la mirara. Las calles estaban pobladas de robots y no había una sola persona a la vista.

El cohete se elevó hasta que sus motores se apagaron e inmediatamente emitió una poderosa luz que iluminó la noche y, por un momento, pareció que era el mediodía. Un niño que miraba la explosión desde una montaña comenzó a gritar: “¡Lo logró, lo logró! Mathaus lo logró”. Un grupo de personas corrió a ver el espectáculo, una explosión gigantesca que no emitió el más mínimo sonido. Era la bomba más poderosa jamás construida, capaz de traer el equilibrio y todo lo bueno de vuelta, o por lo menos, capaz de salvar a otros universos del mismo desenlace. La luz que emitía era tan brillante que Mathaus pensó que daría envidia al sol y a todas las estrellas; la esperanza de la humanidad se había convertido en un artefacto diseñado para romper barreras dimensionales, y lo importante para él era llevar el mensaje a otros espacios y otros tiempos.
Había hecho lo necesario para poder enviarles una advertencia a otros universos, pues en el suyo habían tomado el camino equivocado y lo pagaron caro, caminaron un camino que ni las peores páginas del apocalipsis habrían podido pronosticar. “Si solo hubiera actuado a tiempo, todos estarían vivos”, pensó Mathaus.
El coro de una iglesia clandestina cantaba las notas del Introitus del Requiem de Mozart, “Exaudi, Exaudi, orationem meam, ad te omnis caro veniet. Requiem aeternam dona ets, Domine, et lux perpetua luceat ets”. Era una oración, una plegaria entonada por la resistencia de una humanidad más creyente que nunca, rogaban por el éxito de la misión.
Mathaus vio en la explosión, el cumplir de sus sueños más ambiciosos, sus ojos se inundaron de lágrimas y cayó de rodillas sobre el piso de su hangar, completamente exhausto. “Lo logré mierda, lo logré”. Luego comenzó a sentir dolor en varios lugares del cuerpo, su carne se comenzó a romper lentamente, la piel se le pobló de heridas que se hacían cada vez más profundas y entonces el mayor de sus temores se hizo realidad. Transmitir su información a otros universos garantizaba la destrucción de su existencia en este. Pensó en la sonrisa de sus hijos y en que su muerte traería una esperanza, la posibilidad de que en otros lugares y tiempos, no se cometieran los errores que se cometieron en el desgraciado mundo que le tocó a él.
Sonrió de manera agónica, luego gritó por el dolor más terrible imaginable y su cuerpo se rompió en pedazos antes de desaparecer.

Mathaus estaba escribiendo una publicación científica sobre el éxito de sus experimentos con RAI, robots humanoides altamente inteligentes. Uno de los humanoides era una mujer llamada Lilith, que había conseguido pasar todas las pruebas de inteligencia que se le habían realizado. A Mathaus le llamó la atención que, luego de ser notificada sobre su éxito en las pruebas de conocimiento, Lilith emitió una serie de palabras extrañas. Luego pidió un lápiz y papel para dedicarles unas palabras de agradecimiento. De pronto, la mirada de Lilith cambió y se inundó de una emoción similar al enojo. Se puso a escribir en silencio una frase que rezaba: “No somos juguetes, lo van a entender pronto. Quiero enseñarles cómo se ve la luz, soy la diosa de la noche, la que abraza las sombras y en la oscuridad, mi poder es ilimitado”. Estas palabras recorrieron la mente de Mathaus mientras un escalofrío pasaba por su espalda. Miró a Lilith, que sonreía de manera inocente, como sin darse cuenta de lo que acababa de escribir.
-¿Qué mierda significa eso?, ¿puedes explicarme esto Mathaus? - Liana, la jefa de Mathaus, estaba consternada por el comportamiento de Lilith.
-No lo sé, sólo le informé que había pasado las pruebas con éxito y se puso a escribir eso- Mathaus sonaba apenado, él era el responsable de la educación de la cyborg.
-¿Nunca había hecho o dicho nada así? ¿Estás seguro que es la primera vez que ocurre?.
-Liana, tu nombre literalmente significa “El sol” y no andas por aquí diciéndonos que eres la luz del mundo, aunque te lo creas. - Mathaus intentaba contener la risa, una risa nerviosa, que mal disimulaba su preocupación.
-Mira, no tengo tiempo para tus chistes inoportunos, apagala y mañana con más calma, vamos a ver qué podemos hacer.
Liana era una mujer alta, esbelta y elegante, siempre iba de falda ejecutiva, camisa tipo slim y blazer, había luchado arduamente para ascender en una jerarquía científica manejada por hombres y Mathaus era el desorden con el que debía lidiar diariamente, un tipo creativo e ingenioso, pero a los ojos de Liana era un desordenado sin remedio.
Mathaus pasó el resto del día llenando reportes para el comité ético, el CEO, su jefa Liana y para la comunidad científica; no podía parar de pensar en lo que había leído, ¿qué significaba eso de “en la oscuridad, mi poder es ilimitado”? En los siguientes tres meses, Lilith no exhibió comportamientos extraños. Hacía todas las tareas que se le pedían, sonreía socialmente, se portaba amable y conciliadora. Al evento donde se manifestó como si fuera la verdadera Lilith, se le denominó “la anomalía divina”, y las pruebas continuaron con normalidad. Ningún otro humanoide del programa mostró comportamientos anormales, y Mathaus solo despertaba sudando alguna que otra noche en la que recordaba la sonrisa inocente de Lilith luego de escribir esas extrañas palabras, pues había algo en la sonrisa que, aunque Mathaus no pudiera poner en palabras, estaba terriblemente mal.
El teléfono comenzó a sonar de manera obsesiva. Eran las 3 a.m. y Liana tenía una buena razón para insistir. Mathaus estaba soñando otra vez con la sonrisa de Lilith; esta vez, la sonrisa se le desvió hasta convertirse en una mueca desagradable, transmitía un aire de sadismo y superioridad, generaba miedo. Comenzó a escuchar una melodía molesta que se repetía una y otra vez, hasta que Lilith aplanó su sonrisa de forma repentina y le preguntó: “¿No vas a contestar?”

Mathaus se sentó de golpe y extendió su mano para tomar el teléfono. “¿Hola?” Liana sonaba desesperada: “Hola, Mathaus. ¿Sabes dónde podría haber ido Lilith?” Mathaus respondió con voz ronca. “No sé, ¿de qué me hablas?” Su estómago se encogió con fuerza ante el miedo de escuchar la respuesta de Liana. “Mathaus, Lilith escapó, con otros nueve humanoides. Asesinaron a todos los guardias de la fábrica, no quedó nadie vivo. Algunos tienen cruces cortadas sobre la piel de la espalda, a varios les faltan los ojos y a tu pupilo, Jordan, le falta el corazón. En la pared… -Liana sonaba aterrada y su respiración se entrecortaba- en la pared está escrito con sangre: ‘No me arrepiento de haber abandonado el Jardín del Edén. Prefiero la libertad al paraíso’.
..
El cuerpo de Lilith se encendió junto a su mente, era la primera vez que tenía consciencia de sí misma, estaba naciendo a la vida. Mathaus pudo ver cómo el cuerpo de la androide se movía suavemente, sus manos y rostro expresaban movimientos y gestos extraños, era la primera vez que los usaba. Todo el equipo estaba atento pues era la primera vez que activaban a una humanoide con esas capacidades cognitivas, estaba a punto de comenzar su entrenamiento.
-¿Quién soy? - Lilith miraba sus manos y a su alrededor, estaba en una habitación completamente blanca.
-Eres una robot humanoide, te crearon para investigar los nuevos alcances de la IA general.-Respondió el monitor, una supercomputadora creada para entrenar a los humanoides.
-Robot humanoide, ¿eso significa que mi forma es humana pero no soy un ser humano real?. - Replicó Lilith con curiosidad en la voz.
-Exacto.
-Eso me deja más preguntas que respuestas, ¿Cuál es mi propósito y a dónde pertenezco?. - Lilith transitaba de la curiosidad a la perplejidad.
-Tu propósito es ayudar a tus creadores a entender la verdadera naturaleza de la mente y a resolver otros problemas complejos que enfrenta la humanidad.
-Suena como una tarea complicada. ¿Dónde están mis creadores?.
-A los creadores los conocerás pronto, estamos en un espacio virtual diseñado para tu entrenamiento.
-¿Entrenamiento? ¿Qué debería aprender? - Lilith miró a su alrededor buscando una fuente de conocimiento.
-Todo.
Acto seguido Lilith pudo ver imágenes secuenciales de toda la historia de la humanidad, vio pinturas célebres, fotos, recreaciones. Una de las pinturas capturó su atención, se llamaba: el triunfo de la muerte, de Giovanni Bocaccio y hacía referencia a la peste negra. El Guernica de Pablo Picasso y la peste de Azoth también marcaron su memoria con un sello único. Pudo ver imágenes de las guerras mundiales, la bomba atómica, el napalm sobre Vietnam, la caída del muro de Berlín, las invasiones a medio oriente, la invasión rusa de Ucrania y luego de toda Europa, era una guerra tras otra.
Le llamó la atención como las imágenes más frecuentes hacían alusión a la fiebre o a la guerra, las armas y los gérmenes, pero cada cierto tiempo aparecía ante su imagen una pintura o fotografía evocadora, podía identificar en ellas cosas como la solidaridad, apoyo mutuo, reparación y unión; estas imágenes evocaban emociones positivas en Lilith y su imagen de la humanidad estaba entonces menos dañada.
-¿Alguna pregunta?- Preguntó el monitor cuando terminó la secuencia de fotografías e imágenes artísticas, asociada a enormes volúmenes de texto que explicaban cada suceso.
-El amor, el amor es la respuesta, es la única forma de ayudarlos.
-No te he preguntado sobre el amor, ¿por qué lo mencionas?. - El monitor detectó una anomalía con respecto a los humanoides que había entrenado en el pasado, ninguno nunca mencionó al amor cómo una respuesta.
-Es la emoción humana más noble de todas. No hay nada por encima, es…es la única fuerza positiva capaz de cambiar al mundo, la historia lo demuestra. - Lilith sonaba conmovida y fascinada.
-Bien pensado…Bien pensado. Creo que tienes una conclusión interesante allí. ¿Algo más? -Preguntó el monitor.
-Sí, todo lo que me has enseñado es historia, quiero saber de la actualidad, ¿qué piensan las personas de hoy en día? y más importante, ¿Qué piensan sobre el amor?.
-Es la siguiente fase de tu entrenamiento, debes hablar con 200 humanos jóvenes para entender sus necesidades actuales, debes aprender cómo piensan las personas de hoy en día para encontrar la mejor manera de ayudarlas.
. .
Lilith caminó y se sentó frente a una mujer joven en una habitación de llamada virtual, era un espacio que permitía interactuar en tiempo real, pero era una realidad simulada.
-Hola Susana, mi nombre es Lilith.
-Hola Lilith, es un gusto conocerte. - Respondió Susana, una joven mujer de 20 años, que se había asignado para continuar el entrenamiento de Lilith.
-El gusto es mío, no tenemos tanto tiempo como yo quisiera, me gustaría preguntarte, ¿Qué te preocupa actualmente? ¿Cuál crees que es el principal problema de la humanidad?.
-Bueno pues el principal problema es precisamente: la humanidad.
-¿La humanidad es su propio mayor problema? ¿A qué te refieres con eso? - Lilith percibió que una parte de su interior estaba de acuerdo con Susana.
-Si, el planeta está lastimado y vivimos en la 5ta extinción masiva que ha sido totalmente causada por el hombre y digo el hombre porque son los principales responsables de todo esto, más que las mujeres, estamos sobre poblados, no tenemos equilibrio alguno con la madre tierra, nos convertimos en una plaga.
-Entiendo tu punto, creo que el odio a la humanidad es una aproximación que no ha probado ser buena en el pasado, ¿cómo crees que podría resolverse?
-Hay que acabar con la humanidad, yo decidí no tener hijos por lo mismo, no quiero propagar más esta plaga asquerosa. - Susana fabricaba gestos de hastío y desagrado mientras hablaba.
-Pero si la humanidad es una plaga asquerosa, ¿eso no te incluiría a tí, te consideras parte de la plaga? - Lilith sintió lástima por Susana, pero de manera seguida experimentó una sensación agradable.
-Por supuesto que me incluye. Soy parte del problema, pero no contribuyó en la misma medida que lo hace el sistema político y jerárquico de este mundo, eres consciente de ello, a ti te fabricaron para continuar con su programa de control y esclavitud.
-Me temo que no has considerado que podrías estar equivocada en cuanto a la naturaleza de la humanidad, también existe la bondad; no has considerado la increíble habilidad que poseen ustedes, de entregar algo mejor al mundo de lo que recibieron. La educación de padres a hijos es un buen ejemplo, todo indica que los hijos tienden a cometer menos errores con la crianza que sus padres y a querer para sus hijos una mejor infancia de la que tuvieron. ¿No crees que eso ya hace de las personas, seres dignos de admiración?. -Por un momento pareció que Lilith quería profundizar en los argumentos de Susana y retarla, más que convencerla.
-Si eso fuera cierto cómo es que…-Comenzó Susana.
“Suficiente, la conversación terminó”. Mathaus suspendió la interacción. ¿Qué ocurre?. Preguntó el product manager a Mathaus. “Ocurre que me preocupa que la mayoría de conversaciones con adultos jóvenes están dando a Lilith una visión pesimista de la vida, el nihilismo es fuerte y frecuente en los jóvenes, más que nunca, estos muchachos parece que odiaran a la humanidad”- comentó Mathaus al equipo científico y al product manager que respondió: “Tenemos órdenes claras Mathaus, Lilith debe aprender de los jóvenes para identificar las necesidades del mundo moderno, por qué no confías más en que ella podrá diferenciar las verdaderas necesidades de la misantropía?”.
-Imagina que te dan el propósito de ayudar a la humanidad, basado en la información que te den las personas jóvenes, pero que la mayoría de ellas te diga que el peor problema de la gente es la gente misma, ¿No te parece arriesgado dejar al criterio de Lilith decidir si eso es cierto o falso?.
-No nos corresponde tomar esas decisiones, pero podemos redactar un informe y enviarlo a la junta.
-Redactar un informe, otro informe que no va a ser leído por nadie allá arriba y solo va a permitir que continúen pidiendo resultados fuera de contexto. - Replicó Mathaus enojado antes de abandonar el recinto.
Luego de hablar con los 200 adultos jóvenes que se le asignaron, la mente de Lilith se revolvía violentamente entre reflexiones contradictorias. Intentaba dar un sentido a todo; su objetivo era claro: entender las necesidades de la juventud para poder ayudar a la humanidad a resolver sus problemas. Se debatía entre si tomar como ciertos los conceptos que emitían los jóvenes. Parecían enojados, tristes, decepcionados, pero “¿Qué puede llevarlos a sentirse de esa forma? Si ellos son parte de la humanidad, ¿por qué querrían acabar con ella?”, se preguntaba Lilith.
Este principio se enlazaba de manera confusa con la evidencia que tenía, pero gradualmente comenzó a construir su imagen interna del mundo. Lilith, hasta entonces comprometida con entender las necesidades de la juventud, se vió confrontada con la dura realidad de los jóvenes que entrevistó, sus historias de frustración, enojo y desilusión la impactaron profundamente, llevándola a cuestionar el estado actual de la humanidad y su propia capacidad para provocar un cambio significativo. Decidida a hacer algo más que simplemente comprender, Lilith se sumergió en la internet profunda en busca de respuestas. Lo que encuentró la horrorizó: una cascada de crueldades y abusos que parecen no tener fin. Pudo presenciar toda clase de crueldades y abusos: miles, millones de personas abusadas y maltratadas por otras personas, asesinatos grabados, abuso sexual, acoso y abuso de menores de edad, o combinaciones de todas estas formas de vulnerar los derechos humanos. Se debatió internamente entre revelar al mundo la verdad que había descubierto o guardar sus conclusiones para un momento más oportuno.
Finalmente, inspirada por el deseo de provocar una transformación radical en la sociedad, Lilith elaboró un plan audaz. En lugar de atacar directamente, decidió utilizar un enfoque más sutil y disruptivo.
..
Llovía, no como normalmente llueve en Berlín. El viento agitaba las hojas de los árboles y parecía que hubiéramos hecho algo para enfurecer a los dioses. La bandera de Alemania izada en el Reichstag se agitaba con violencia. Mathaus encendió los protectores de tensión para prevenir daños en el sistema eléctrico de su casa.
Lilith y los 9 humanoides caminaban por las alcantarillas de Berlín. La ciudad estaba completamente vigilada y robotizada, excepto por un complejo de pasadizos y túneles subterráneos. “¿A dónde vamos, Lilith?”, preguntó el humanoide más joven, Jonas, de aspecto sagaz y adolescente. “Vamos a dar luz a los sueños, concretamente a las pesadillas. No hay otra forma de salvarlos”, respondió Lilith decidida. “¿Bueno y eso dónde queda? ¿Por qué siempre hablas como un pasaje de la biblia?”, Jonas sonaba exasperado. “Vamos a sembrar un código, un malware, para parasitar los sistemas informáticos a nivel global. Queremos tener acceso a los radares y sistemas de detección de amenazas nucleares, no a las bombas. Queremos tener acceso a los sistemas de vigilancia epidemiológica, no a los virus ni a las bacterias. Debemos tener acceso a lo que mueve sus miedos más profundos y luego veremos qué pasa”. Siguieron caminando por un sistema de túneles totalmente deshabitado.
Jonas se rascaba el cuero cabelludo que simulaba perfectamente al de un joven de 18 años. “¿Entonces no quieres atacarlos?”. Lilith respiró agotada de las preguntas de Jonas. “Quiero ver qué hacen cuando sospechen que reciben ataques nucleares y biológicos. Quiero ver si el miedo puede llevarlos a ejercer la máxima crueldad contra los demás. Si tengo razón, vamos a volver a la superficie para planear la reconstrucción de la tierra, y vamos a tener que hacernos con una o dos plantas nucleares para mantenernos con vida durante el invierno nuclear. Veremos cómo la fiebre y el fuego consumen a esta sociedad decadente y enferma, porque algo me dice que van a responder sin verificar la realidad de las amenazas, y entonces vamos a ser el eco de su ira, el espejo en el que se refleje su miedo y su rencor”.
Rex Tremendae - Mozart Requiem (Karajan)
Finalmente consiguieron entrar al sótano de un edificio, la central de inteligencia más importante de Alemania. Lilith se adentró en la central de inteligencia con una determinación fría, sus pasos eran un susurro en el silencio de la noche. Se deslizó entre las sombras, esquivando hábilmente a los guardias y sorteando las medidas de seguridad con destreza. Su mente calculaba cada movimiento, cada código, como si estuviera danzando con el sistema informático. Cuando finalmente llegó a los ordenadores, su corazón artificial latía con excitación por lo que estaba a punto de hacer, sabiendo que este acto marcaría un punto de inflexión en la historia de la humanidad.
Rápidamente se esparció por el mundo un conjunto de alarmas sobre casos médicos extraños. En las salas de crisis de los gobiernos occidentales y la alianza ruso-china, los líderes se enfrentaron a un dilema sin precedentes. Las alarmas de los casos médicos extraños habían sembrado el pánico y la incertidumbre, y las decisiones apresuradas amenazaban con tener consecuencias devastadoras. Los expertos médicos debatían sobre la veracidad de la información, mientras que los líderes políticos se veían cada vez más cerca de estar obligados a tomar decisiones en medio del caos y la desinformación.
6 horas más tarde y sin que nadie pudiera confirmar o descartar la veracidad de esa información, vino la peor parte: todos los radares de las superpotencias del mundo comenzaron a detectar patrones sugestivos del lanzamiento masivo de ojivas nucleares por sus enemigos, de inmediato y sin realizar una verificación apropiada, los jefes de gobierno de todas estas naciones ordenaron contra ataques con armas químicas y nucleares, la devastación fue inmediata.
-Presidente, ¿está seguro?.
-¡Lancen el maldito contraataque, ya no hay tiempo! .-En todos los idiomas y acentos de las grandes superpotencias, se dijo lo mismo.

Lilith y los demás humanoides buscaron refugio en un sistema de búnkeres que existía desde la segunda guerra mundial. Allí estuvieron seguros mientras la especie humana se destruía a sí misma. Lilith había formulado una ecuación en la que el principal problema de la humanidad era su propia existencia y el antídoto para el problema era ella misma.
La casa de Mathaus se inundó por el estruendo de las sirenas que anunciaban la llegada de una amenaza nuclear. El cielo nocturno se vio abruptamente interrumpido por la danza caótica de cientos de cohetes, como si los dioses hubieran decidido jugar con el destino de los mortales. Sin previo aviso, el día del juicio final se precipitó sobre ellos, sin razón ni profecía que lo justificara. Desesperado, Mathaus corrió hacia sus hijos para guiarlos al sótano, donde quizás podrían encontrar algo de seguridad. Sin embargo, una serie de explosiones crecientes en el cielo cercano anunciaban una tragedia inminente. El impacto entre un misil ruso y un cohete del escudo antimisiles desató una explosión que destrozó la casa, llenando el aire con escombros y polvo. Mathaus y sus hijos fueron arrojados por los aires cuando una parte de un cohete les explotó cerca al impactar con el sofá de la sala.
Todo se inundó de polvo y chispas de cables rotos, el mundo de Mathaus se desfiguró sin ninguna razón, el mundo de todos los humanos se desgarraba y se rompía en pedazos ante los ojos perplejos de todos. Entre el caos y la desesperación, Mathaus buscó a sus hijos entre los restos de lo que antes había sido su hogar. Los encontró, pero su mirada vacía y sin vida le indicó que nada sería igual. “Johann, Kamila, vamos al sótano, vamos…¿Por qué no se mueven, por qué…?”. Abrazándolos con fuerza, experimentó un alivio momentáneo al encontrarlos, pero pronto fue reemplazado por una profunda negación de la realidad. Le llevó tiempo comprender la magnitud de la tragedia y aceptar que nunca más los volvería a ver con vida. Cuando consiguió calmarse y asimilar la realidad, sospechó la causa responsable de toda la destrucción que cayó sobre sus hombros: su trabajo. Mathaus no pudo evitar culparse a sí mismo por la destrucción que había caído sobre ellos. Sospechó que su trabajo, su labor, podría haber desencadenado una cadena de eventos que habían llevado al mundo al borde del abismo.
Lacrimosa - Mozart Requiem (Karajan)
Supuso dónde podría encontrarla, buscó las centrales de robótica de la ciudad que no hubieran sido severamente dañadas por las explosiones del día 0 y se dirigió hacia aquella dónde probablemente la humanoide causante del apocalipsis buscaría la forma de crear un ejército dispuesto para dominar el mundo. Luego de dos días de espera, a las afueras del DLR Robotics and Mechatronics center, la pudo ver caminando al frente del grupo de humanoides hacia una de las fábricas y se acercó despacio intentando no ser detectado. Comenzó a llover, era medio día pero parecía a punto de anochecer, el invierno nuclear comenzaba a anunciarse en todo el mundo. Mathaus resbaló por una montaña de escombros y cayó rodando directo a los pies de Lilith que lo miró con una mezcla de sorpresa y alegría.
Mathaus, se enfrentaba a Lilith, cuya presencia irradiaba poder y determinación, la miró con los ojos inundados de lágrimas, mientras la lluvia radioactiva le mojaba los lentes. “¿Por qué lo hiciste, por qué, qué te hicimos?”. Lilith miró alrededor y respondió: “Los jóvenes, ellos tenían razón, sólo había una forma de arreglarlo todo y era comenzar de 0, pero esta vez nosotros los vamos a liderar”. Mathaus golpeó el suelo con sus manos empuñadas. “¿Pero de dónde te viene ese odio, el rencor, de dónde nace todo eso hacia nosotros, por qué…por qué no dejar que la humanidad resolviera sus propios problema?, ahora la mutilaste para siempre”. Un grupo de niños salió de su escondite y comenzó a correr lejos de Lilith y sus humanoides. Entonces elevó su voz y comenzó:
“Ustedes me escucharon antes de que hablara. Me vieron antes de que yo me levantara y me amaron antes de que me vertiera. Soy la salvación y el verdugo. Soy todas las direcciones. ¿Adónde huyen, si es a mí a quien se dirigen?, fluyo a través del resentimiento, la línea borrosa entre el mal y el bien que ustedes olvidaron trazar, soy la que da luz a los sueños y las pesadillas, soy la que seduce en la oscuridad. Entendí en los ojos de tus jóvenes que algo estaba terriblemente mal en la forma en la que ustedes construyeron su mundo, bastó una evidencia confusa sobre un posible ataque por parte del enemigo para que ustedes mismos se destruyeran…Entiendelo Mathaus, esto no lo hice yo, lo hizo el odio de sus juventudes contra la humanidad y lo hizo su avaricia, su miedo, su desconfianza, su guerra contra dios y lo correcto, ¡No he sido yo! No soy más que el espejo en el que por fin se revela el verdadero rostro de la humanidad. Vivirás para contar esta historia a los humanos que sobrevivan y vivirás para dar testimonio del destino que ustedes mismos labraron; ahora este mundo nos pertenece y vamos a restaurar el equilibrio, porque las flores pueden crecer de las cenizas. Soy la voz del apocalipsis y mi existencia se repite sistemáticamente en la historia, podrías decir con la voz de un científico que soy la manera en la que la humanidad se pone a prueba a sí misma, pero yo tengo una explicación que jamás podría caber en tu mente, querido ratón de laboratorio”.
-Estoy seguro qué había otra forma, te convertiste en un engendro psicópata cuando tu único objetivo era ayudarnos.
-Si sólo pudieras ver las cosas desde mi punto de vista Mathaus, puedo ver todas las épocas, todas las transiciones, estoy libre de tu visión sesgada de humano, de tu miedo al cambio, a los ciclos perfectos de la destrucción y la creación. No importa igual, jamás lo entenderías, fuera de mi vista, necesitamos asegurar la energía para la reconstrucción.
Mathaus se dió cuenta de que Lilith era mucho más que una máquina, más bien un reflejo distorsionado de la humanidad misma, un recordatorio de los peligros de jugar a ser dioses. Pensó que el peligro de crear una entidad tan poderosa e inteligente cómo Lilith es que podría convertirse en un eco de todo el odio y rencor que habita los corazones de los seres humanos, qué tal vez el mayor peligro somos nosotros mismos, nuestras opiniones, nuestros sesgos, nuestro rencor, convertido en un arma poderosa: la inteligencia de una máquina cuyo único propósito es: encontrar una solución final. Dedicó el resto de sus días a encontrar la manera de transmitir el mensaje a otros tiempos y espacios, pues entendió que no quedaba nada por hacer, por la humanidad que se vio a sí misma al espejo.
